El corral (Macotera)

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Las gallinas se desperezaban sobre el palo del gallinero, al mismo tiempo que el gallo, desde la atalaya del muladar, avisaba al dueño de la casa de la llegada del alba. La primera actividad del día se iniciaba en el corral. El amo de la casa, nada más se levantaba, se daba una vuelta por las cuadras, observaba el ganado y vertía la primera postura en la amplia pesebrera de muro de barro; a continuación, cogía el cuévano, lo llenaba con cogolmo de paja o de garrobaza y encendía la lumbre; al tiempo que la criada se dirigía a la cocina anudando las cintas del mandil a la cintura. Cuando el labrador era pudiente, la faena la llevaba a cabo el mozo de labor, que entraba casi siempre por la puerta trasera para no despertar a los amos, que dormían un poco más por ser privilegio ancestral.

Una vez que los animales habían reparado el cansancio de la jornada anterior y satisfecho sus estómagos, el criado o el amo limpiaba las cuadras, recogía la cama de paja sucia de orines y excrementos, la depositaba en el muladar y preparaba, ritualmente, en la tená, los aperos para comenzar la faena. Antes había degustado un torrezno, un huevo y un cacho chorizo al amparo de la lumbre, y la criada o el ama le había colocado en las alforjas el fardel con la merienda y el barril de vino.

Al fin, queda el corral sólo con el pavoneo de las gallinas y el gruñido de los cerdos. Y es el momento de darnos un garbeo por sus dependencias. Hay casas en que, previamente a la entrada del corral, tienen un callejón largo, enjalbegado, y con la subida al sobrao; se suelen aprovechar sus paredes para colgar algún arrapeo, para hacer las cuenta de la cebada y, si el amo o criado tiene dotes de poeta, le sirven de pizarra para anotar y perpetuar sus ripios.

El acceso al corral desde la casa se hace a través de una puerta pequeña de una o de dos hojas. No es raro encontrarse con dos poyos a ambos lados de la misma para tomar el fresco en el verano y para que la dueña y la criada pasasen la tarde cosiendo alguna camisa, zurciendo el calcañal de algún calcetín o haciendo calceta... Mil cosas. En la parte opuesta a la vivienda, el corral muestra lo que nosotros llamamos las portás, como su nombre indica permite la entrada hasta un carro con barcinas lleno de paja. Éstas tienen un postigo por donde acostumbra a pasar el personal de la casa y algún vecino de confianza. Como visera de las portás se alza la tenada, espacio que se usa para guardar el carro y los aperos de la labranza. En el corral, que guardo en mi memoria, a la tená daba la puerta del pajar que abría su bocín a la calle, para facilitar la labor del gañán con el gario. Había corrales sin puerta trasera; en este caso, se metían el burro y la paja con cuévanos a través del portal de la casa. En esto, se diferenciaba la vivienda del labrador de la del obrero o jornalero.

Ya más dentro, a la vera de las cuadras, tienen su sitio las paneras o trojes, destinados a almacenar el trigo y la cebada, algarrobas, avena y los bajos o grancias con que se alimentaba las gallinas. No faltaban corrales que disponían de paneras individuales para cada grano. Pero no quiero terminar sin hacer mención del pozo. Un corral sin pozo es medio corral. La polea, el brocal, la pila, el caldero, la soga, el garabato y el agua completan el recinto de adobe (barro, mencal), de paja (mies) y de agua, tres elementos sin los cuales no hay posibilidad de vida en el mundo rural.

Aún recuerdo la regañina, que me echó mi madre, porque puse ballestas en el muladar del corral para cazar pájaros y cayó la mejor gallina, la más ponedora. Estuvo tres días sin poner. ¡Lo que suponía, entonces, un huevo! Y dejé, de nuevo, las gallinas picoteando los cuatro granos escondidos entre las boñigas, me despedí a gritos del ama de casa, como es costumbre en mi pueblo, levanté el picaporte de la trasera y seguí tras el rastro de un nuevo rincón. Sucedía que la casa del labrador no disponía de un corral espacioso, dotado de las dependencias necesarias para guardar aperos, cobijar animales o almacenar la cosecha; en este caso, en un lugar próximo, se disponía de la corraliza, un corral independiente de la casa. Esta es la diferencia entre corral y corraliza, porque, en cuanto servicio, era similar.


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Articulo extraido de la bibliografía de Eutimio Cuesta Hernández sobre Macotera. Cedido voluntariamente por el autor macoterano. Muchas gracias por colaborar en este proyecto.