La plazuela de san Gregorio (Macotera)

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Si observáis el dibujo, la plaza, por sí misma, tiene poco que decir; abre la puerta a cinco calles: Larga, Luz, Horcón, Luna y san Gregorio y sirve de base a una farola coqueta y a un jardincillo como adorno. Lo que nos interesa de la plaza y calle de san Gregorio es conocer el origen de su nombre. Antiguamente, existía un camino que unía los pueblos de Mancera de Abajo y Alba de Tormes y, en Angorrilla, se bifurcaba y un ramal nos llevaba a Tordillos y Santiago de la Puebla y el otro nos dirigía a Alba de Tormes. Este camino atravesaba, tangencialmente, el pueblo y dejaba a un lado la iglesia y, al otro, todo era terreno de labrantío y herrenes tapiados, donde se cultivaba verde para el ganado. Pasado el tiempo, en este lugar se comenzó a edificar, como hoy sucede con las eras grandes, y el pueblo se extendió en esa dirección incluidas las Aceras. Cinco ermitas vigilaban las entradas y salidas del pueblo: la del Ángel, sobre la Cotorrita, en el camino de Santiago de la Puebla; la de Santa Ana (primitiva parroquia), solar en que se alzaron las escuelas públicas y hoy el Centro Municipal de Cultura; la del Cristo de las Batallas, en el camino de Alba de Tormes y Tordillos; la de la Virgen de la Encina, en el arranque del camino de Salmoral y la de san Gregorio, en el camino de Mancera de Abajo. Una vez que el pueblo se va configurando y el camino se ve franqueado por casas en todo su largo, el Ayuntamiento lo divide en cuatro tramos y a cada uno le pone un nombre: Honda, Millán y Caro, Larga y san Gregorio. Lo de san Gregorio recuerda la existencia de la ermita de san Gregorio, que estuvo ubicada en los aledaños del camino de los Abajuelos, próxima al lugar donde Sotero Domínguez tiene sus instalaciones ganaderas y cerca de la cañera, porque los documentos dicen que se hallaba arruinada por el curso de las aguas. No se cruzaba la carretera para ir a ella, pues no existía ésta y sí un camino que cruzaba el barro Bermejo y empalmaba con el camino de Peñaranda de Bracamonte y venía de Santiago de la Puebla. San Gregorio tenía mayordomía y contaba con una gran devoción entre los mozos: era su patrón. Preocupados por el estado ruinoso de la ermita, intentan repararla y se comprometen aportar cada uno tres reales para financiar las obras. Don Juan Bautista Nieves, el párroco, guardaba algunas limosnas de san Gregorio y con el dinero de unos y de otros había suficiente para acometer la obra. Pidieron licencia al señor Obispo y se la concede, pues se convenció éste que la propuesta de la juventud iba en serio. No sé lo que pasaría después, pues no hay noticia de ello en los papeles; posiblemente, no se hizo nada, pues sabemos, por lo visto, que las ermitas de san Gregorio y la del Ángel han desaparecido; sólo nos han dejado fe de ello la existencia de la plaza y la calle de san Gregorio.



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Articulo extraido de la bibliografía de Eutimio Cuesta Hernández sobre Macotera. Cedido voluntariamente por el autor macoterano. Muchas gracias por colaborar en este proyecto.