Real Fuerte de la Concepción

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El castillo conocido como Real Fuerte de la Concepción, se encuentra en el termino municipal de Aldea del Obispo a once kilómetros al norte de Fuentes de Oñoro, y al este y la Ribera de Turones, que es raya con Portugal, al oeste.

Origen

El 1 de diciembre de 1640, el pueblo de Lisboa, se levanta en armas, contra su rey Felipe de Habsburgo, que también lo era de España. El rey, absorbido por la guerra con Francia y por el levantamiento catalán, no pudo enviar tropas a tierras portuguesas, y el 20 de enero de 1641, proclaman rey al duque de Braganza, con el nombre de Juan IV de Portugal.

Los años de unión entre ambos reinos habían dejado indefensa una frontera que ya no se necesitaba. Felipe IV, tardaría casi veinte años en intentar la recuperación de la corona portuguesa. La reacción comenzó tras la firma con Francia en 1659 del Tratado de los Pirineos. Se prepararon tres ejércitos para invadir Portugal y se dio el mando del ejército central, al duque de Osuna.

El general concibió la idea de levantar un fuerte, para servir de base a su ejército. Aunque sólo fue autorizado a fortificar Vale da Mula (localidad en la zona portuguesa de la frontera), con la colaboración de sus ingenieros, dirigidos por Simón Jocquet, se comenzaron las obras, en el cerro de Gardón (en la parte española). La construcción del fuerte se inició el 8 de diciembre de 1663, festividad de la Inmaculada Concepción (de ahí su nombre). El 20 de enero de 1664 se concluía esta primera fase, comunicando al Consejo de Guerra, que era capaz de acoger una guarnición de 1.500 infantes y 200 caballos. Consistía en un amplio patio cuadrado, con baluartes pentagonales en los ángulos, socavado todo en la tierra y reforzado con maderos, fajinas[1] y cestones[2].

Pero las tropas mandadas, por el duque, fueron derrotadas el 8 de junio de 1664, lo que le costo el mando. Entonces desde la Corte, el Consejo de Guerra ordenó su demolición, realizándose en parte el día 30 de octubre, cuando no hacía un año que se había iniciado la construcción, para evitar que fuera usado por las tropas portuguesas.

Nueva construcción

En el período comprendido entre los años 1730-1735, se vuelve a prestar atención al enclave. Don José Patiño, ministro de Felipe V, comprende que el fuerte es necesario para establecer una línea de fortificaciones que contrarresten las plazas fuertes de Portugal, en Olivenza, Elvas, Valença do Miño y sobre todo Almeida. El 30 de noviembre de 1735, se encomienda a Pedro Moreau, el proyecto de lo que habrá de ser el nuevo y definitivo Fuerte de la Concepción. Aprovechando la excavación realizada 70 años antes, redactó los contratos para el asiento de las obras, acopió medios y materiales y dirigió los trabajos, que comenzaron el 1 de mayo de 1736. Otras obras alejaron a Moreau, de la construcción, de 1740 a 1747, (periodo en el que se encargó de los trabajos de fortificación de Orán (Argelia)|Orán y de Cádiz) y de 1750 a 1753, (cuando se le remplazó por Antonio de Gaver y Juan Giraldo de Chaves). Desde finales de 1753 dirigió nuevamente los trabajos, que concluyeron en 1758. A partir de 1737 también participó en la construcción del Fuerte Manuel de Lara Churriguera, que fue el autor de la decoración de la puerta principal, aunque el escudo se le atribuye a su hermano José.

Descripción

Edificio principal. Castillo

El Fuerte de la Concepción, es un castillo abaluartado, que responde en su fabrica, a las mejores y más eficaces, normas constructivas, aplicadas a la defensa de las plazas en el siglo XVIII; está formado, por una planta cuadrada, regular, de recias cortinas[3] de granito, de más de 51 metros de longitud y 9,5 metros de altura, desde el pie del foso hasta el cordón[4], que cierran un patio de 50 metros de lado, en cada uno de ellos se abren nueve naves o casernas[5], de 19 metros de profundidad y 6 de anchura, con bóvedas a prueba de bomba; las correspondientes a tres de los lados, estaban dedicadas a alojamiento de oficiales, tropas y caballos, y contaban con luces y chimeneas, excepto las tres centrales, que solo servían de paso hacia las poternas[6], que se abren sobre el foso, frente a la gola de los revellines; las de la cortina de la puerta principal, estaban dedicadas a almacenes de víveres, piensos y municiones, las laterales y las centrales, a cuerpos de guardia. Cada una de las esquinas, está formada por un baluarte lleno pentagonal, llamados del Rey y de la Reina, los que se enfrentan a Portugal y del Príncipe y el Infante, los que miran a Aldea del Obispo.

Delante de los lienzos de la muralla, se levantan los revellines, también pentagonales, con gola abierta, al estar fuertemente defendidos desde la cortina, de la fortificación, y que también facilitaba un posible refuerzo o retirada. En el revellín oriental, se abría la entrada, que permitía el acceso a carruajes desde el exterior y donde se iniciaba el puente que llevaba, hasta la puerta principal.

Las cubiertas de las naves, de los baluartes y revellines, constituían las plazas de armas o adarves[7] para la defensa, que contaban con espacio para 59 cañones en el castillo y 9 en cada revellín, protegidos por los correspondientes merlones. Un profundo foso, rodeaba al castillo y a los revellines, cuyo plano se alzaba hacia el exterior cuatro metros, para construir un camino cubierto[8], dotado de banqueta[9] para los tiradores, de contraescarpa[10] y de traversas para impedir infiltraciones del enemigo.

Fortín

Para obviar, la mayor altura del cerro hacia su prolongación meridional, se construyó un fortín, en forma casi de hornabeque[11], que recibió el nombre de San José, con las características generales de la fortaleza y equipado con nueve cañones y con casernas y almacenes con bóvedas a prueba de bombas.

Caballerizas

Uniendo el castillo y el fortín, por medio de un camino cubierto, al que se accedía desde el foso por una caponera[12], a medio camino, se levantó un cuartel de caballería, de dos partes semicirculares, divididas por el camino cubierto, con diez cañones de dotación y con alojamiento para 90 caballos y sus jinetes, en cada una de sus partes. Estaba compuesto de dos pisos, el inferior, con pesebres de piedra, y según dicen, con agua corriente, para los caballos y el superior, dormitorios para los hombres, con arpilleras para la defensa y techo a prueba de bombas.

Final

Pocos años estuvo el fuerte completo, el 20 de julio de 1810, al iniciar Masséna, la invasión de Portugal, el general inglés Crawford, jefe de la División Ligera del Ejército de Wellington, que lo ocupaba, procedió a su voladura sistemática, de acuerdo a las órdenes recibidas de su jefe. El fuerte resulto muy dañado, se derribaron las esquinas de los baluartes y partes de los |revellines, resistió al bombardeo y a las minas y su estructura general quedó en pie.

Abandonado durante cincuenta años, los lugareños de la comarca, lo convirtieron en cantera para sus edificaciones. Hacia 1860 lo vendió el Estado a unos particulares[13], como sigue en la actualidad.

El Fuerte de la Concepción era una de las fortificaciones más perfectamente concebidas y construidas en la península. Asombrado por su belleza, simetría y diseño, un soldado del 95º de Fusiles, que sirvió allí, describió sus bellas proporciones que habían provocado la admiración de muchos observadores; igualmente, un oficial británico al servicio de los portugueses declaró: Nunca vi una fortificación más completa y perfecta a prueba de bombas e incluso establos para 2000 caballos. Situado en la cima de una colina entre el pueblo español de Aldea del Obispo y el portugués de Vale da Mula, el fuerte estaba perfectamente dispuesto, resguardado y construido. El hábil ingeniero había calculado todo al detalle....
Napoleón y la Península Ibérica - Ciudad Rodrigo y Almeida 1810, dos asedios análogos. Donald D. Horward.

Situación actual

La situación del fuerte, en la actualidad, se puede considerar de ruina consolidada, con las amenazas, del agua y de las plantas que crecen en sus muro y techos.

Este bien de interes Cultural, situado en la localidad de Aldea del Obispo es otro de los monumentos de la Provincia de Salamanca que esta en peligro de desaparecer.

Construido entre los siglos XVII y XVIII en la actualidad hay un proyecto para reconstruir esta fortaleza militar.

La baza de las plazas fuertes

Las guerras del siglo XVIII, iban dirigidas a conseguir propósitos concretos, con medios limitados, obteniendo por ello, también, éxitos limitados. Eran guerras, que buscaban acuerdos, un equilibrio y que las negociaciones, comenzaban al mismo tiempo que las operaciones bélicas.

Un intento de guerra racional, frente a la guerra pasional del siglo anterior, en la que se trataba de evitar, en la medida de lo posible, el derramamiento de sangre, que se puede relacionar con las corrientes filantrópicas de la época y por el recuerdo de la cruenta Guerra de los Treinta Años (1619-1648), en la que por motivos religiosos, se cometieron, por las dos partes, toda clase de atrocidades, principalmente sobre la población civil.

Por esta razón, durante el siglo XVIII, sobre todo en su segunda mitad, hubo relativamente pocas batallas campales y sí muchos asedios de fortalezas, que suponían mucho trabajo y sudor, pero poca efusión de sangre.

La conquista, el [sedio o el simple bloqueo de una fortaleza, servirá generalmente de baza política y diplomática, en las negociaciones. Una fortaleza conquistada, con mucho esfuerzo y tras meses de asedio, podía ser devuelta si se recibían a cambio otras compensaciones.

El ejército

La calidad del ejército, tanto desde los oficial es, elegidos más por razones políticas, que por conocimientos y la tropa, entresacada de los sectores marginados de la sociedad y mantenida a raya, por una fuerte disciplina, basada en el cumplimiento riguroso de los reglamentos, mediatizaba las operaciones militares, que quedaban en manos técnicas, por esta razón, el comandante en jefe se rodeaba de una pléyade de asesores, los ingenieros militares, protagonistas, en la mayoría de las veces, del éxito o fracaso de un asedio.

Los asedios ser, escasamente cruentos y se limitaban, sobre todo, al bloqueo de la fortaleza, un machaqueo artillero, para desmoralizar a los asediados y su rendición. Rara vez se tomaba el fuerte al asalto y no solo por ahorrar vidas humanas, sino por la escasez de tropa veterana, fenómeno que afectaba a todos los ejércitos de la época.

El asedio

El motivo de que el asedio, pasara a ser el elemento común de las guerras del siglo XVIII, se deberá al genio táctico de un mariscal francés del siglo anterior: el señor de Vauban. En la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, las plazas fuertes habían sufrido diversas variaciones, pero obedecían al mismo principio táctico, establecido por el ingeniero francés y seguiría igual hasta el sitio de Sebastopol, durante la guerra de Crimea, en el siglo XIX, en el que la potencia de fuego alcanzada por la nueva artillería de retrocarga y ánima rayada, obligó a adoptar nuevas formas defensivas en la guerra de posiciones. Los trabajos de Vauban, no inventó nada, sobre poliorcética, solo perfeccionó el sistema de fortalezas anterior, que habían diseñado holandeses como Simón Stevins, alemanes como Daniel Speckle o italianos como Maggi o De Marchi, pero Vauban supo combinarlas con extremado acierto.


Enlaces externos

Bibliografía

  • Es un manojo de ramas ligadas, en dos o tres partes de medio pie de grueso. Es utilizada en las obras hechas con tierra.
  • Es un tejido de mimbre y ramas delgadas, alrededor de estacas o palos colocados en forma circular. Se utilizan para cubrirse y si se llenan de tierra, pueden formarse baterías con ellos.
  • Muralla o muro ubicado entre dos baluartes, su dimensión está en función del armamento empleado. Esta revestida por el exterior con tepes, ladrillos o piedra.
  • Es un adorno o moldura semicircular, colocado en el extremo superior del revestimiento de piedra o por la línea magistral.
  • Es un edificio aislado, destinado al alojamiento de tropas, puede situarse dentro de la plaza fortificada, generalmente delimitando la plaza de armas.
  • Puerta de salida al foso o al extremo de una rampa, de dimensiones menores que la puerta principal y mayor que la de un portillo.
  • Conjunto de dispositivos en la parte superior de la murallas, compuesto básicamente de parapeto, paradós y camino de ronda, normalmente al descubierto y destinado a facilitar la defensa y el desplazamiento de los combatientes
  • Es un camino a cielo abierto, que se ubica en la parte superior de la contraescarpa y circunda toda la plaza.
  • Escalón de tierra o piedra que se construye sobre el terraplén junto al parapeto, sirve para que la tropa dispare cubriéndose hasta el pecho con el parapeto
  • Muro o talud, situado frente a la escarpa de la cortina, generalmente revestido con mampostería, para evitar la caída de tierra al foso.
  • Es una obra defensiva exterior, que se compone de cortina y dos medios baluartes.
  • Es un camino que cruza el foso frente a la mitad de la cortina, tiene parapeto y banqueta a ambos lados. El suelo es más profundo que el del foso. Su función es permitir el acceso, a cubierto, de las tropas defensoras hacia las obras exteriores, como defender el foso y los frentes de los baluartes.
  • El Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre Patrimonio Histórico Español, amparan al fuerte, además el 6 de agosto de 1992, la Junta de Gobierno de la Comunidad de Castilla y León, declaró al fuerte Bien de Interés Cultural con Categoría de Monumento