Agustín García Calvo

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Agustín García Calvo es un filólogo, poeta y dramaturgo, nacido en Zamora el 15 de octubre de 1926.

Biografía

Realizó estudios de Filología clásica en la Universidad de Salamanca, donde fue alumno de Tovar, García Blanco y Ramos Loscertales. Se doctora con una tesis sobre Prosodia y métrica antiguas. En 1951 ejerce como catedrático de instituto [1]. En 1953 ocupa una cátedra de lenguas clásicas en Sevilla y en 1964 en la Universidad Complutense (UCM), hasta que la dictadura franquista le separó de la cátedra madrileña en 1965 junto a Enrique Tierno Galván, José Luis López-Aranguren y Montero Díaz por prestar su apoyo a las protestas estudiantiles. Se exilió durante varios años en Francia y fue profesor en la Universidad de Lille y en el Collège de France. También trabajó como traductor para la editorial Ruedo Ibérico. En París coordinó una Tertulia Política en un café del Barrio Latino. En 1976, fue restablecido en su cátedra, en la que permaneció hasta su jubilación en 1992. Es profesor emérito por la UCM.

Formó parte del Círculo Lingüístico de Madrid junto con Rafael Sánchez Ferlosio y Carlos Piera.

Como filólogo ha hecho importantes contribuciones a la lingüística general, la prehistórica o indoeuropea, la grecolatina y la del espofcont ("español oficial contemporáneo"). Su teoría general sobre el lenguaje aparece desarrollada en la trilogía formada por Del lenguaje, De la construcción (Del lenguaje II) y Del aparato (Del lenguaje III) y en los artículos recopilados en el volumen Hablando de lo que habla. Estudios de lenguaje (Premio Nacional de Ensayo de 1990).

Sus obras más destacadas en el ámbito de la filosofía son: Lecturas presocráticas, Lecturas presocráticas II. Razón común. Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de Heráclito, Contra el tiempo, De Dios y Contra la Realidad.

Como poeta ha publicado, entre otras: Canciones y soliloquios, Más canciones y soliloquios, Del tren (83 notas o canciones), Libro de conjuros, Ramo de romances y baladas, Sermón de ser y no ser, Valorio 42 veces y Relato de amor. Es autor de varias piezas dramáticas como Ismena, Rey de una hora y Baraja del rey don Pedro (por la que recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática de 1999).

También ha editado varias series de artículos y colaboraciones periodísticas que recogen diversos ataques contra aspectos de la sociedad actual, tales como Contra la Familia, Contra la Pareja, Contra la Paz, Contra la Democracia, Análisis de la Sociedad del Bienestar, Noticias desde abajo y Que no, que no.

Fernando Savater fue en los 70 discípulo suyo y planeó elaborar con él una tesis doctoral, que nunca llevó a buen término (Savater 1992: 23). Sin embargo, en años posteriores sus posturas divergen radicalmente. Como escribe Savater en su autobiografía, «fue fundamental en mi devenir intelectual y moral encontrarle, no menos que luego despegarme de él» (Savater 2003: 182).

Otros intelectuales españoles interesados en algún momento por el pensamiento de García Calvo son Félix de Azúa (quien ha tomado de él la expresión "medios de formación de masas" [2] y cuya antología poética Poesía (1968-1978) lleva un prólogo de García Calvo [3]) y Javier Marías [4]. Se ha señalado también su influencia sobre los últimos libros del poeta Miguel Ángel Velasco [5].

En la actualidad coordina una Tertulia Política que se celebra en el Ateneo de Madrid los miércoles a las 20.30 horas, en la Cacharrería, 2.ª zona (sala romántica).

La obra poética de García Calvo ha inspirado varias versiones musicales, como las de Amancio Prada o Chicho Sánchez Ferlosio.

Pensamiento político

Parte de una crítica a la Realidad, como Idea hecha de otras Ideas que la fundamentan, como las de Muerte e Individuo. Dicha Realidad es únicamente la que padecemos, no lo que pueda quedar por ahí de modelos superados, sino aquélla que se halla en la cúspide del Progreso, es decir, la que tiene como modelo las sociedades avanzadas democráticas. De ahí su lucha contra la Democracia, por ser ésta el régimen que nos toca vivir y que nos administra la muerte. Se trataría de derribar un nuevo dios, el Dinero, que basa su poder en la creencia de que todo es reducible a sí mismo. Un nuevo Dios y una nueva religión, la de la Ciencia, que viene a establecer la Realidad. Señala que Estado y Capital están más unidos que nunca y que la lucha debe ser contra ambos, siempre negativa y por todos los medios posibles. Dentro de éstos señala que la palabra es uno de los medios de acción. Puntualiza que la lucha no es individual (el Individuo es a imagen y semejanza del Estado), sino de la gente, de lo que haya de pueblo, en el buen sentido (los que no tienen el Poder), en nosotros. Como individuos somos esencialmente reaccionarios.

Pueblo o gente vendría a ser las fracturas en la concepción que dicta que la Realidad es Todo lo que hay, o que el Individuo es el que es. En este aspecto recurre a los descubrimientos de Sigmund Freud.

Considera, con respecto a los nacionalismos, que no hay pueblos: éstos son intentos de reducir el pueblo (siempre desconocido e indefinible) a una idea manejable y sumisa al poder. Por lo mismo, niega que el pueblo pueda poseer una Constitución, dado que ésta siempre le es impuesta para reducirlo a la Realidad.

Respecto a los idiomas, considera que las palabras con significado de éstos configuran la "Realidad", distinta para cada tribu. En la medida en que el lenguaje contribuye a crear la ilusión de que sabemos todo lo que hay y cómo llamarlo y manipularlo, constituye un arma contra el pueblo. Sin embargo, en el uso común de las palabras, se producen continuamente vislumbres que apuntan a lo contrario (a que no sabemos lo que hay, ni la Realidad cubre todo lo que se da), y en ese sentido el lenguaje, que cualquiera puede usar pero que no es de nadie, es la expresión popular por excelencia.

Ejemplos de las luchas que entabla con la "Realidad" las podemos encontrar en sus ataques al automóvil y defensa del tren; en su lucha contra la concepción de que "Hacienda somos todos"; o en su lucha por "escribir como se habla" frente al lenguaje de eruditos, funcionarios y periodistas.

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