Calle Fraguas (Macotera)

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Perspectiva tradicional de gran contenido humano y espiritual; trozo de calle igual a trajín; soportal, lugar de cobijo y descanso; torre, signo de espiritualidad y visión hacia lo eterno. La panorámica despliega, por lo tanto, proyecto, vida, actividad, alegría y esperanza en las cosas; a nuestra espalda, el contrapunto, el sendero hacia la última morada, el alma anegada de tristeza, de recuerdos y de miedo a lo desconocido y de incertidumbre del más allá. Todo un compendio de lo humano y de lo divino.

Esto es lo que me inspira esta lámina de José Luis, que ha llamado la atención de tanto artista y ha frenado el paso de muchos espectadores curiosos.

La calle Fraguas es, sin duda, el rincón macoterano más bello y más rico por lo que entraña de certeza humana, social y espiritual. Pero no por estas reflexiones la calle se llama Fraguas, figura metafórica, por aquello de que el herrero fue el alma de toda actividad humana, proporcionador de todo instrumental a los hacedores de todas las cosas; la calle se llama Fraguas, porque, en lo antiguo, esta calle reunió a todos los herreros del pueblo, como sucedió en otros lugares, en que la calle Panaderos congregó a todas las tahonas; la calle Plateros, a todos los plateros y, como fue en Macotera con la calle de la Plata, que cobijó los cuatro talleres que vendían objetos de platería.

¿Hay documentos que certifiquen lo que digo? No. Sólo tenemos acreditación de que, en Macotera, trabajaron varios herreros, cuberos y caldereros franceses a mediados del siglo XVII) y, por los libros, sabemos que era costumbre general situar los talleres del mismo oficio (los gremios) en una calle concreta y que decían de ese nombre. Si la calle Fraguas se la llama así, sin duda, fue porque, en ella, asentaron sus fraguas los distintos herreros, cuberos y caldereros del pueblo durante los siglos XV, XVI y XVII y que, en siglos sucesivos, se desperdigaron por distintos rincones del lugar al desaparecer el sistema gremial. Si no hay papeles que lo digan de forma expresa, no es argumento para negar que así fue. Además, tengo una vaga idea de que, al mover la tierra de un solar de esa calle, para levantar una nueva construcción, se descubrió tierra manchada de tizne u hollín. No existe otro motivo de que tenga este nombre, pues desembocaba por un extremo en la plaza y por otro, se abría a un descampado de huertos, a la alameda de la Virgen y a la ermita.

La calle Fraguas es, además, una de las calles más antiguas del pueblo con nombre. La mayoría se las conocía, simplemente, por vía pública; pero, cuando se ponía nombre a una calle, siempre se procuraba que hubiese coherencia entre la forma y el contenido: entre el nombre y alguna referencia al mismo; así sucedió con la calle Santa Ana, que conducía a la ermita de Santa Ana; calle Larga, por su longitud: se extendía desde el camino Mancera hasta el camino de Tordillos; la calle de La Plata, la calle de las Procesiones, la calle Aguas vertientes (Regato de la Virgen de la Encina), porque por ella fluían las aguas de lluvia de medio pueblo. La calle Fraguas evidencia que Macotera, en la época de los Austrias, gozó de un gran desarrollo económico y social, que demandaba nuevas técnicas y instrumentos. Y es buena prueba de ello, la llegada de artesanos franceses, que abrieron grandes talleres de calderería, que atendían no sólo las necesidades del lugar, sino las de los pueblos vecinos.


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Articulo extraido de la bibliografía de Eutimio Cuesta Hernández sobre Macotera. Cedido voluntariamente por el autor macoterano. Muchas gracias por colaborar en este proyecto.