Colegio de la Concepción

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Fue fundado por Francisco de Solís en 1542 con el objetivo de que los niños huerfanos tuvieran un lugar para estudiar, el colegio recibió su nombre de su patrona, la Inmaculada Concepción, aunque también se le conoce como Colegio de los Huérfanos. Su nombre completo era Colegio de la Purísima Concepción de los Niños Huérfanos.

Su hábito era manto blanco y beca azul al principio, y manto azul y beca blanca después.

Durante un tiempo fue el manicomio de Salamanca y por ello el tramo de calle donde se encuentra es todavía conocido como "cuesta de los locos".

El edificio

El edificio, construido por Alberto Mora en 1549, es de estilo renacentista. Se encuentra en el paseo Canalejas. Debido a la construcción del puente Príncipe de Asturias, la zona en dónde se encuentra enclavado fue objeto de una reforma urbanística, por lo que ha quedado un tanto aislado. Actualmente forma parte de la Facultad de Educación y también es conocido como Edificio Solís.


Colegio de Huérfanos

Historia del Colegio

Un salmantino que fue médico del Papa

La madre del comunero Pedro Maldonado era una virtuosa mujer, dedicada a la atención de pobres y desvalidos. La muerte de su hijo en el patíbulo, por defender la causa de los salmantinos, no hizo decaer sus nobles sentimientos, más bien los acrecentó. Una mañana, cuando se encaminaba a su palacio, en las inmediaciones de la iglesia de S. Benito, se encontró con un tumulto que protagonizaban uno de sus criados y un mozuelo.

El chaval, de unos doce años, descalzo y desgarrado, era golpeado sin piedad. La señora Maldonado se interpuso ante tal atropello e interpeló al agresor, que explicó a su ama con claridad el origen de la contienda. El joven Francisco no se había quitado la gorra cuando el Santísimo había entrado en palacio para asistir en los últimos momentos a un anciano llamado Pedro. La costumbre de la época, que llega hasta mediados del S. XX, era descubrirse e incluso arrodillarse ante el Viático cuando éste pasaba por las calles. El sacerdote, revestido, llevaba el copón con las formas consagradas y los santos óleos para dar la extremaunción. Junto a él, un monaguillo tocando la esquila, avisaba a los viandantes del paso de Jesús Sacramentado y del respeto que se le debía. La recriminación a Francisco tuvo respuesta contundente por parte del chico. Comenzó a proferir injurias contra el recriminador que reaccionó agrediendo al muchacho, momento en el que llegó la Sra. Maldonado.

De mendigo a sabio

El incidente termina con la invitación de la dama al joven Francisco, huérfano de padre y madre, a entrar en palacio. La buena mujer le viste, le exhorta a la piedad y al respeto y le acoge a su servicio. Pronto, el mendigo protegido de la sra. Maldonado comienza a dar muestras de sabiduría y bien hacer. Escolarizado, enseguida aventajó a sus compañeros, destacando en memoria y elocuencia. A los 16 años era ya un personaje respetado en la ciudad. Su protectora le sufraga los gastos de la carrera de medicina en la Universidad de Salamanca. Los éxitos de Francisco son tales que en tan solo siete años se promueve como sucesor del gran maestro Laguna, uno de los más brillantes galenos del S.XV. Llega a ser catedrático de medicina de la ciudad, siendo solicitado por las casas más nobles de Salamanca y Castilla. La madre del comunero Maldonado, después de la muerte violenta de su hijo en Tordesillas, cae en una postración que llena de preocupación al doctor Solís. No se aparta ni un solo momento de su lecho. Dedica día y noche a estudiar el caso, pero nada puede hacer por salvarla, mientras comprueba con desesperación los pobres recursos de la Medicina de aquellos tiempos. Ante el fracaso y el dolor por la pérdida de la persona que más quería, arroja con furia al suelo los libros de su biblioteca, abandona la cátedra y Salamanca y emprende el camino de Roma, reclamado por Andrés Laguna, antecesor suyo, como médico de cabecera del Sumo Pontífice.

Llegada a Italia

Afectado de una terrible melancolía, llega a Trento para estudiar y combatir una terrible epidemia que diezmaba Italia. Su depresión le inclina a aceptar los cometidos sanitarios más audaces, como si quisiera con la muerte acabar con el gran sufrimiento producido por la muerte de la viuda de Maldonado.. La suerte acompañó al galeno salmantino en tan difícil cometido y su fama se extendió por toda la cristiandad. El Papa Paulo III le llama al Vaticano para que ejerza como médico de cabecera de Su Santidad. Asistirá también al Papa Julio III y recibirá, ya viejo, el sacramento del orden y la dignidad episcopal de manos de Pio IV.

Colegio Menor

Las riquezas acumuladas con el ejercicio de su profesión en Roma las emplea en la construcción de un colegio menor en Salamanca para hijos de huérfanos de padres pobres. El colegio hoy alberga el Instituto de Ciencias de le Educación. El doctor Solís realiza la fundación en 1545 y en sus estatutos aparecen dos clausulas sorprendentes que se explican conociendo su biografía. Los escolares asilados en este colegio no debían portar gorra o sombrero y debían renunciar a estudiar Medicina. El doctor Solís manda venir desde Roma al maestro Estéfano Arenzano para que realice el proyecto y dirija las obras. La portada sur se atribuye a Rodrigo Gil de Hontañón; la entrada se compone con arco de medio punto, con la Inmaculada presidiendo y medallones con las cabezas de S. Pedro y S. Pablo en las enjutas, los salmeres presentan hojas de acanto. El patio de dos plantas, es de inspiración renacentista.

El manicomio

Durante muchos años, en el S.XX, fue manicomio. En 1932, al año de proclamarse la república la Diputación aprueba reformar el edificio para convertirlo en manicomio hasta que se construyó el nuevo psiquiátrico junto al barrio de la Vega. Desde 1971 es Facultad de Educación.