La Caja Rural (Macotera)

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Nadie discute que la Caja Rural es una entidad en Macotera. Nos atrevemos a decir que es la iniciativa, de las muchas que se han llevado a cabo en el pueblo, de mayor trascendencia y incidencia en el desarrollo económico y social de sus socios. Estábamos en deuda con ella y, en varias ocasiones, hemos hecho intentos de hacerle el homenaje y el reconocimiento que, en justicia, se merece. Si cabe alguna justificación a tanta demora, podemos aducir que no hemos dispuesto, hasta el presente, con documentación suficiente sobre su creación y gestión a lo largo de sus setenta y dos años de vida. Fue Ricardo García, el actual presidente de la Sección de Crédito, quien nos ha facilitado la Memoria de la Caja Rural, Cooperativa de Crédito del año 1967, en la que Alfonso Bueno Zaballos, su tesorero, en el preámbulo de la misma, realiza una detallada exposición de los orígenes de la Caja y del gran servicio que ésta viene desarrollando en favor de todos sus socios. y del pueblo. Alfonso abre su trabajo, presentando la situación socio - económica del pueblo a principios del siglo XX: “A principios de siglo, en nuestra villa, al igual que en otras localidades agrícolas, en que más del 90% de sus habitantes vivían del trabajo de la tierra, la inmensa mayoría de ellos estaba compuesta de pequeños propietarios, que vivían de su ininterrumpido y honrado trabajo, ya que apenas sabían lo que era el descanso. El trabajo era manual y rudimentario, desconociendo por completo toda clase de maquinaria agrícola. Todos vivían pobremente y una gran parte carecían hasta de lo necesario para vivir. Si intentaban ahorrar algún dinero, tenían que privarse de comer y de vestir. Al vender sus productos eran, con frecuencia, engañados por compradores que venían de fuera, siendo siempre ellos los que imponían el precio. Cuando compraban abonos minerales, era frecuente recibirlos falsificados;. hay más todavía, la usura se cebaba en los que necesitaban préstamos para cubrir sus muchas necesidades, teniendo que pagar un elevadísimo interés, que oscilaba entre un 10 y un 20 por ciento, lo que lejos de resolverles la situación, se la agravaban aún más. Los pagos tenía que efectuarlos al recoger sus productos y, es entonces cuando se ven obligados a malvender sus productos necesariamente, porque el usurero exige. Como vemos, el agricultor estaba totalmente indefenso, cebándose sobre él toda clase de abusos, lo que creaba un ambiente de desesperación y desconfianza. Entonces, no se conocía existiera amparo ni ayuda Estatal, ni tampoco empresa particular, que tratara de ayudar al agricultor. Era, pues, necesario y urgente buscar remedio a tanto mal, y el único camino para ello era la unión de todos los que sufren, con coraje y decisión, pero desechando antes el propio egoísmo, que tan funestas consecuencias acarrean al bien común”.

Creación del Sindicato Agrícola Católico

El 26 de marzo de l908, 124 agricultores se reúnen y toman el siguiente acuerdo: “Los abajo firmantes, mayores de edad y vecinos de esta villa, nos comprometemos, en la forma más solemne, a constituir un Sindicato en esta villa y a reglamentar lo referente a aprovechamiento de pastos y reclamación de las cantidades que se adeudan por este concepto, obligándonos a elevar a documento público este convenio con las cláusulas y condiciones que sean pertinentes. Macotera a veintiséis de marzo de mil novecientos ocho”.

El 7 de junio del mismo año, el Exceso. Señor Gobernador Civil de la provincia aprueba los estatutos. En el artículo 2 de dichos estatutos se recogen los fines que persigue el Sindicato:

“ El Sindicato tiene por objeto favorecer el desarrollo de la industria agrícola y de sus similares y auxiliares, y a este efecto: 1º. La adquisición de abonos, semillas, aperos, máquinas y demás elementos de la producción, y el fomento agrícola y pecuario; arrendamiento de pastos y rastrojeras y demás aprovechamientos. 2º. La creación, dentro de la Sociedad, de una Caja Rural para el desarrollo del Crédito Agrícola y sostenimiento del Sindicato. Cuando la Junta Directiva lo estime conveniente. El Sindicato podrá extender su acción a los fines que mejor respondan a las exigencias locales entre los señalados por la Ley de 28 de febrero de 1906”.

Integraron la nueva Junta Directiva del Sindicato:

Presidente: don Miguel Cuesta Sánchez Secretario: don Juan Francisco Blázquez Bueno Tesorero: don Antonio Bueno Nieto Vocales: don Manuel Bautista Nieto, don Jerónimo Cuesta Bonilla, don Ricardo Bautista Sánchez, don Pedro Blázquez Gómez y don Manuel Gómez Blázquez Consiliario: don Eloy Usallán Martín, párroco de esta villa.

De esta forma se pone en marcha, el Sindicato Agrícola Católico (hoy Cooperativa Agrícola de “San Isidro”).


Fundación de la Caja Rural Agrícola

Aunque los estatutos del Sindicato recogían entre sus objetivos la creación de la Caja Rural, pasaron veinte años hasta que, por fin, se decidiera fundar la anhelada Entidad de Crédito. Se toma el acuerdo en la reunión celebrada el día 1 de diciembre de 1928 e integraban la Junta Rectora del Sindicato: Don Pedro Losada Sánchez, presidente; don Juan Francisco Blázquez Bueno, secretario; don Pedro Bueno Jiménez, tesorero; y los vocales: don Gabriel Bueno Jiménez, don Roque Bautista Zaballos, don Antonio Flores Zaballos, don Gabriel Sánchez Jiménez y don Francisco Bautista López; don Ángel Tabernero Bautista, consiliario. Otros presidentes de Caja Rural Luis Oreja López, Francisco Bautista Zaballos, Paulino Cuesta Vicente, Francisco Madrid Zaballos y actualmente ocupa la responsabilidad de Caja Rural, con su nueva denominación de Cooperativa Macotera, Sección de Crédito, Ricardo García Bautista. A los impositores se les abonaba el interés anual del 4 por ciento, y a los prestatarios se les cobraba el 6 por ciento anual. En un principio, se abren 23 libretas de ahorro con una cantidad global de 27.825 pesetas, y los primeros préstamos concedidos ascienden a 17.700 pesetas. Los socios todos se congratulan, así como los impositores, porque ya no tienen que desplazarse a otras localidades para depositar sus ahorros. Durante los primeros años, predominaron los créditos sobre las imposiciones; este desfase lo cubría la Caja Central de Ahorros y Préstamos de Salamanca (hoy Caja Rural Provincial), mediante préstamos que ésta concedía a la Caja de Macotera. Pasados unos años, las imposiciones superaron las necesidades y ya no se precisa la ayuda de la Caja Central de Salamanca y se comienza a obtener beneficios, que permiten la formación de los Fondos de Reserva Forzosa, de Reserva Voluntaria, de Obras Sociales y de Riesgos de insolvencia. Los Fondos de Obras Sociales se traducen en la concesión de bacas a algunos estudiantes, en aportaciones para la construcción del Monumento al Sagrado Corazón, para la ampliación del cementerio, para el paro estacional obrero, para las obras de la Iglesia, para la construcción de una celda en el Seminario Diocesano de Salamanca, para subvencionar cursillos de confección y cultura religiosa... En 1967, costeó todos los gastos de las obras de instalación del taller mecánico, que, posteriormente, se destinaría a la reparación de toda clase de maquinaria agrícola propiedad de sus componentes; tiene alquilado al Taller de Confección unos locales por una renta simbólica; colabora en las fiestas de San Roque con el Ayuntamiento y en algunas actividades del Hogar de la Tercera Edad; así mismo, entrega una cesta de Navidad a las personas mayores, que perciben su pensión a través de la Caja y organiza una excursión anual entre los socios. Atiende permanentemente a sus socios, concediéndoles préstamos para sus necesidades, tales comeso compra de fincas, adquisición de maquinaria, compra de casas, fincas de regadío...a módico interés y a largo plazo. La concesión del préstamo se hace por el plazo de un año, al finalizar éste, se renueva y así hasta que, quien lo recibe, lo va liquidando según se lo permiten sus posibilidades; y otorga préstamos preferentes a la Cooperativa de San Isidro y a la Sección de Cereales Cooperativa Macotera. Otro servicio que prestó la Caja Rural, a partir de 1950, fue el pago de los contratos del Servicio Nacional del Trigo. Se les adelantaba el dinero y no se les hacía ningún descuento por la operación. La Caja Rural también estuvo al lado de los socios emigrantes. A muchos de ellos, les concedió préstamos para que pudieran comprar su casa o el traspaso de algún pequeño negocio, que, poco a poco, iban liquidando. Una vez reintegrado el crédito, abrían una libreta de ahorros para ir depositando sus sobrantes que, con tanto trabajo y sacrificio, van acumulando. En la Memoria de 1967, 38 años después de su fundación, las 27.825 pesetas de su primera imposición, se amplían a 46 millones; y las 17.700 pesetas destinadas a préstamos, se incrementan hasta 15 millones. En los últimos años, la Caja Rural (desde 1994, Cooperativa Macotera, Sección de Crédito) ha aumentado, considerablemente, su tesorería y sección crediticia. Según la Memoria de 1990, la tesorería de Caja era de 448.307.533 pesetas y en la de 2000, figura con la cantidad de 1.391.803.115 de pesetas. La primera sede de Caja Rural estuvo ubicada en la calle Millán y Caro nº 2, la casa de Pedro Colorao. Se decía entonces: “Si necesitas dinero, vete a la casa del palo”, porque en su fachada figuraba un palo de la luz. Actualmente, sólo quedan los soportes. Hacia 1950, se traslada a la Plaza Mayor, al llamado local de Falange. Se ha modernizado el local y cuenta con amplias dependencias y salones de reuniones y exposiciones: uno de ellos es utilizado por el taller de Confección. La Cooperativa Macotera, Sección de Crédito cumple una doble función: La sección de Crédito, (que se dedica a la gestión financiera), y la Sección de Comercialización de Cereales. En este caso, se ha construido un gran local para almacenamiento de cereales, en el que depositan sus productos el noventa por ciento de los agricultores de la localidad. Únicamente, quedan dos cajas autónomas en esta provincia, quizá en toda la comunidad de Castilla y león, la de Cespedosa y la de Macotera.

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Articulo extraido de la bibliografía de Eutimio Cuesta Hernández sobre Macotera. Cedido voluntariamente por el autor macoterano. Muchas gracias por colaborar en este proyecto.