La puerta principal de la iglesia (Macotera)
La iglesia es el único monumento artístico, que llena nuestro catálogo histórico. No nos queda más y nunca hubo más; pero todo el mundo reconoce que tenemos una verdadera joya, que podemos presentar con orgullo por doquier. El gótico hispano - flamenco, el mudéjar y el barroco tienen una verdadero ejemplar en el iglesia de Macotera. La lámina de hoy nos muestra la fachada principal de la iglesia.
“La fachada principal es de estilo hispano - flamenco. Cobijan la puerta de doble hoja un arco escarzano (menor que una semicircunferencia), cuya rosca está decorada con bolas, y bajo el cual hay unas colgaduras que imitan arcos lobulados; la encuadra una moldura, adornada también con bolas hispano-flamencas; en las enjutas aparecen cruces patadas; sobre ella, está el tímpano, en el que hay dos escudos con las armas del segundo Duque de Alba, don Fadrique y de su mujer, doña Isabel de Pimentel. Cobija el tímpano un gran arco apuntado exento de decoración, así como sus correspondientes arquivoltas, apoyan las molduras en columnillas con alta basa poligonal. Una gran moldura lisa encuadra la portada; en las enjutas aparecen dos escudos con jarrón de flores, atributo típico de la Virgen. Dicha moldura está adornada por la parte de arriba con una crestería calada, en cuyo centro hay una hornacina, bajo arco conopial, con una pequeña imagen de piedra, bastante tosca, de la Virgen con el Niño. Los pilares laterales rematan en altos pináculos calados”, así la describe M.R.Yolanda Portal, en “Iglesias de Santiago de la Puebla y Macotera”.
La puerta inicial fue un portalón de doble hoja; en 1678, hubo que remozarla un poco y, en 1710, se desmontó para colocarles dos postigos por comodidad en la entrada y salida del templo; en 1709, el visitador ordenó se hiciese un cancel para la puerta principal, siempre que los vecinos ayudasen con la mitad y la tercera parte de lo que importe; fue en el año 1738, cuando se encargaron las puertas actuales y el cancel a José Jiménez. Se le entregan a cuenta 1.846 reales y, una vez finalizada la construcción de las dos piezas, se le abona el resto, 2.488 reales; se pagaron 1100 reales por los herrajes de la puerta, incluidos los clavos en forma de flor de lis, que la clavetean. A modo de anécdota, se abonaron dos reales de carbón para licuar la cola del cancel.
En la puerta delantera, ocurría otro tanto que en la trasera: el agua de lluvia se colocaba con facilidad por el umbral y hubo que tomar medidas; en principio, se rebajó el piso y se le enrolló, pero el hostigo, por su situación sur, siguió haciendo de las suyas; entonces, en 1740, el visitador mandó “se aga un soportalillo a la puerta de la yglesia para resguardo de las aguas”. Por lo visto, no se llegó a hacer.
En 1826, los carpinteros Roque Martín y Francisco Bueno Monje repararon algunos deterioros de las puertas, y del asunto de la herrería corrió a cargo de Sebastián Salinero Pericache; Roque y Francisco cobraron 224 reales y Sebastián, 64 y, además, se abonaron 159, por las chapas de los umbrales de dichas puertas; sufrieron nuevas reparaciones en los años 1835, 1861; y en 1862, se pusieron cerraduras nuevas.
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