Las ermitas y el hospital de la plaza

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La ermita de la Virgen de la Encina

Ermita

El libro de la ermita de la Virgen de la Encina (Archivo Diocesano de Salamanca) se abre en l541, y se cierra en 1586. En él, se anotaban los ingresos por limosnas y rentas, así como los gastos de mantenimiento de las ermitas de la Virgen de la Encina, de Santa Ana y del hospital. Existieron tres ermitas más, de las que hemos hallado algunas referencias en otros documentos.

La Virgen de la Encina gozó y goza de gran simpatía y devoción no sólo de los macoteranos, sino incluso de muchas personas de los pueblos vecinos, que acudían a su fiesta. Los forasteros se pasaban dos y tres días en el pueblo, participando en los actos religiosos. Era tanto el personal de fuera y de casa que asistía a sus cultos y novena, que el señor Visitador (el representante del obispo) ordenó “que se pusiese un pilar de piedra labrada como soporte de la viga de la tribuna, pues amenazaba ruina por la cantidad de gente que seguía los rezos desde arriba”.

En un principio, la gente foránea se quedaba a dormir en la propia ermita; entonces, el señor obispo decretó la construcción de una casa adosada a la ermita, para que les sirviera de refugio: “...ya que es yndecentte se duerma en dicha hermitta”. Dijo también: “...se agan buenos zimienttos y se metan, en medio de las paredes, pedazos de ladrillos, para que sean más durables.

Dicha casa se edificó y la obra importó 4.400 maravedíes; pero, cómo sería su construcción, que, pasados unos días, se arruinó. El visitador pidió responsabilidades a los albañiles y al mayordomo de la ermita, y exigió se edificase de nuevo a su costa, pero unos y otro se lavaron las manos. Se adoptó una actitud salomónica: la ermita se comprometía a pagar una parte y se exigía a los maestros albañiles y al mayordomo que abonasen la otra mitad so pena de excomunión mayor y multa de dos mil maravedíes. Los albañiles se declararon insolventes y tuvo que correr con todos los gastos el mayordomo. La casa disponía de dos dormitorios: uno para los hombres, otro para las mujeres y una cocina muy amplia, que servía también de comedor. Tenía una puerta que comunicaba ésta con la ermita.

“Aga hazer una puerta muy buena, con sus bajas de piedra y sobrepuertta, en la puertta que se abrió para la obra de la dicha casa que se cayó; y, del medio para arriba, se le ponga sus barras de hierro de manera que se pueda hazer orazión desde allí a Nuestra Señora esttando zerradas las puerttas; con su clavazón, cerradura y llave. Lo que ttodo se aga, junttamentte, con unos soportales que ttengan hueco y anchura ttodo el ancho de la pared de la dicha hermitta, con sus ttres pilares de buena piedra labrada, a donde se reciva la gentte que no pudiere enttrar en la dicha hermitta, quando uviere alguna fiestta”. (A.D.SA. Sig. 244/35. Visita 1567)

Ermita de Nuestra Señora de la Encina, muy bien tratada, que podrá ser iglesia de monjas; su capilla muy bien enmaderada y su retablo muy bueno. No tiene renta esta ermita, aunque las limosnas son muchas y se gastan en reparar la ermita, en fiestas y en misas.

La ermita de Santa Ana, razonable, y la capilla mayor es buena. No tiene renta y de limosnas se repara.

Libro de lugares y aldeas del Obispado de Salamanc, años 1604 – 1629

En el siglo XVI, los alrededores de la ermita estaban ocupados por una gran explanada. Poseía una alameda de álamos y negrillos, corrales cercados y terrenos propios.

“Pertenece a dicha ermita una alameda de 112 pies de álamos negros, de campo de una cuarta, cercada de tapia alrededor, que está al sitio que llaman de la Encina, enfrente de dicha ermita, que linda por el viento cierzo con corraliza de Francisco Campos; por el solano y ábrego con el camino que va a Salmoral y por gallego con el arroyo que la divide”.

Era tan amplia la plataforma que rodeaba la ermita, que hubo solar suficiente para que se levantase la casa y para que los cofrades de la Santa Veracruz solicitasen al obispo licencia para construir un “apartamiento” junto a la ermita, donde se juntasen para sus oficios y cabildo, y de donde se saliese la noche del Jueves Santo en la procesión de las disciplinas.

Se le autorizó “por su devozión y celo, pero que no sea con detrimentto de la dicha hermitta y de sus paredes; y que se aga con el parezer de Pedro Sánchez y Martín Bárez, ofiziales albañiles vecinos de estte lugar”. (A.D.P.SA. Signatura 244/62)

No existía el cementerio, pues, hasta principios del XIX, los enterramientos se realizaban en la iglesia y en las ermitas.

El 19 de septiembre de l825, el Obispo de Salamanca, don Agustín Lorenzo Varela, se dio una vuelta por Macotera. El señor cura le habló del estado ruinoso de la ermita de la Virgen de la Encina:

“La pared, que mira al Norte, está abierta y a punto de caerse, y sin la decencia correspondiente”.

El señor obispo quiso supervisar la situación real del edificio y ordenó se trasladase la imagen de la Virgen a la iglesia parroquial y, de inmediato, se procediese a demoler el altar y la pared que estaba dañada, a cerrar el arco y a destinar lo restante de la ermita para casa escuela de primeras letras. Dijo más:

“Se deshaga la espadaña de la esquila vendiendo ésta para ayuda de la fundición de la campana mayor (*) de la iglesia”. (A.D.P.SA. Signatura 144/41, folio 136v)

Estas órdenes no fueron debidamente cumplidas, pues la ermita, una vez reparados los desperfectos, se abrió, de nuevo, al culto y la imagen de la Virgen volvió a ocupar su sede en la capilla mayor remozada.

En 1866, se adquirió una nueva lámpara para la ermita. La lámpara de Nuestra Señora de la Encina la compró en Madrid Pedro Walias Díaz en ciento veinte reales, los quales pagó con el precio de cinco quartillas de trigo a 31 reales, que salió de la limosna de la procesión de la tarde del ocho de septiembre de mil ochocientos sesenta y seis; con 20 reales que yo tenía de limosnas para la hermita y el valor de la vieja que el mismo (Pedro) vendió a peso en Madrid en diciembre de 1866. Y para que conste lo firmo en dicho mes a 27 de dicho año. Remigio Sánchez. (ADSA. Signatura 244/66, folio 478)

El 15 de marzo de 1947, don Leónides Prieto, cura párroco de Macotera, pide permiso al señor obispo para proceder a la reparación de una de las paredes de la ermita de la Virgen:

“Que como desagradable consecuencia de las pertinentes temporales de agua padecidos en esta región, se ha derrumbado parte muy notable de una superficie de 8 x 3 metros de la pared izquierda de la ermita de la Virgen de la Encina de esta parroquia, y para defender y consolidar, al propio tiempo, toda la pared amenazada, así como levantar la caída, contando con la generosidad de sus feligreses, que han prometido aportar lo necesario y acudir a la colecta que, en esta fecha, se abre y, al tenor del adjunto presupuesto, desea acudir, rápidamente, en remedio de tal necesidad”.

Presupuesto

Se supone la gratuidad de todo el arrastre de materiales, de doce carros de arena y tres de rollo menudo, y el auxilio de un maestro albañil también gratuito, así como tres puntales de contención.

2.890 ladrillos a 32 pesetas el 100 = 924,80 pesetas (los sirve Eugenio Madrid)

1.584 kilos de cal a 0,45 pesetas/kg.= 712,80 pesetas (los sirven Manuel Nieto y Eloy Bueno)

2,5 sacos de cemento a 40 pesetas/saco = 100 pesetas (lo sirve Cayetano Bautista)

16 peonadas del maestro albañil a 22 pesetas = 352 pesetas.

33 peonadas de obreros auxiliares: 27 a 12 pesetas y 6 de 10 = 384 pesetas.

Total = 2.473, 60 pesetas.

13 / 3/ 1947. El maestro albañil: José Antonio Blázquez

(A.C.SA.M.585)

La ermita de Santa Ana

La ermita de santa Ana es tan antigua o casi más que la de la Encina. En ambos casos, se desconoce en qué año fueron edificadas. Es posible que la ermita de Santa Ana sea anterior a la repoblación de Alfonso IX de principios del siglo XIII.y no es desacallado pensar que la ermita de Santa Ana sería la antigua iglesia de la aldea, pues el templo actual fue edificado a finales del siglo XV.

En las visitas periódicas, que el visitador cursa a Macotera, hallamos varios apuntes sobre obras de reforma, la sustitución del antiguo retablo por otro más moderno y sobre la indecencia de algunas de sus imágenes.

En 1567, el visitador manda al mayordomo que haga sobre el campanario de piedra, que “está encomenzado” un arco de ladrillos y cal para la campana, porque estando como está en la tribuna, desde hace muchos años, estorba a los que están en misa, que los “retumba y asombra el sonido, cuando están en misa”.

(ADSA. Sig, 244/35. Visita año 1567)

“Mandó que los vecinos de Santa Ana tengan a bien hacer limosna a la dicha hermitta y se dé orden, se aga un retablo para la dicha hermitta”.

(ADSA. Signatura 244/35. Visita 1563)

Se adquirió un hermoso retablo y se compró un guardapolvo de angeo teñido de azul con la insignia de Santa Ana, “porque el retablo nuevo recibe detrimento del polvo que hay y cae”.

A la puerta de entrada le cobijaba un hermoso soportal, adonde, durante el verano, sesteaban las ovejas. Poseía una casa inútil que el mayordomo, con licencia del obispo, vendió por 5.500 maravedíes. Las paneras de la iglesia se levantaban a la misma sombra de la ermita y mostraba una cruz de piedra ante la puerta.

La ermitaña se encargaba de la limpieza y cobraba un sueldo de media fanega de trigo. (A.D.P.SA. Signatura 244/62)

“ Mando enterrar un santo en el rincón derecho de la hermitta por obsceno. (A.D.SA. Sig. 244/35. Visita 1572)

En septiembre de 1825, el señor Obispo suspendió el culto en las ermitas del Santo Cristo y de Santa Ana hasta que “se adecenten interior y exteriormente, y tengan los ornamentos sagrados competentes”. Y, además, mandó enterrar las imágenes que hay en aquéllas que “por su fealdad e indecencia no deben exponerse a la veneración pública”.

(Restos de estas imágenes aparecieron cuando se abrieron los cimientos para la construcción del Centro Cultural).

En el año 1832, “se gastaron 116 reales, que costó la cruz de piedra que se puso en Santa Ana por haber colocado la que estaba allí en el cementerio”.

(A.D.SA. Signatura 244/41)

En 1866, el obispado cedió los terrenos al Ayuntamiento para que construyese las escuelas de Santa Ana. La imagen de la Santa descansa sobre el altar de la Virgen del Rosario en la iglesia y su campana nos es muy familiar, pues nos anuncia, con el primer toque, que debemos ir dejando los avíos; con el segundo, que tenemos que colocarnos el mantón y las zapatillas; y con el tercero, debemos estar dentro para los oficios divinos.

La campana que sirve para las misas rezadas y bautizos es la que tenía la hermita de Santa Ana que fue cedida para los locales de escuelas y en cuyo lugar se edificaron el año 1866.

(A.D.SA. Signatura 244/66, folio 478)


La ermitta de san Gregorio

De las cinco ermitas que vigilaban los cinco puntos estratégicos del pueblo: la del Santo Ángel, sobre la Cotorrita, en el camino de Santiago de la Puebla; la de Santa Ana, sobre el solar en que se edificaron las escuelas; La del Cristo de las Batallas, a la salida hacia Tordillos y Alba de Tormes; la de la Virgen de la Encina y la de San Gregorio.

¿Dónde estaba asentada esta última ermita? Dicen los documentos que se encontraba a la salida de este lugar de Macotera, camino de Mancera:

“ San Gregorio se veneraba en su hermitta a la salida de estte lugar y se halla arruinada por el curso de las aguas”. (A.D.SA. Sig. 244/40. Visita 1763)

En la escritura de subasta de los bienes de Francisca Cuesta Blázquez, año 1792, se lee:

“Una tierra al camino de la Carreamancera, inmediata a la hermitta de san Gregorio, de dos huebras, tres cuartas y ochentta ocho estadales; linda al presente por ábrego y gallego con tierra de uno de los beneficios de este lugar; por solano, con tierra del Monasterio de San Leonardo, Orden de San Jerónimo, y, por cierzo con sendero de los charcos titulados de los Abajuelos”.

(A.H.P.SA. Sección Notarial. Signatura 438, folios 177)

Tenía mayordomía y contaba con una gran devoción entre los mozos. Para conservar tal veneración, los sacerdotes pidieron al obispo les diese licencia para reedificarla y colocar en ella al Santo, como antes estaba.

“Por quantto su ilustrísima fue ynformado de la necesidad de reparos que tiene la hermitta de san Gregorio, y que a esta iglesia le prestó dineros en otros tiempos y no se le pagaron; por tanto mando al mayordomo de la iglesia acuda a dicha hermitta y ayude para su reparo”.

(A.D.P.SA. Signatura 244/40, folios 69 v y 70)

“Los mozos estaban prontos a dar ttres reales cada uno para dicho efecto; con los quales y cierta canttidad de más que tenía en su poder deposittada don Juan Bautista Nieves, contemplaban había lo basttante para dicha obra, suplicando a Su Ilustrísima les conzediese lizenzia y facultad para su construcción”.

Hecho cargo el señor Obispo de que la solicitud de los jóvenes era sincera y se ajustaba a la más pura devoción y celo, les concedió dicha licencia y mandó que el párroco, don Juan Bautista Nieves, les entregase el dinero recaudado. ¿Se realizó la obra? Hasta la fecha, no me he tropezado con ninguna noticia al respecto.

(A.D.SA. Sig. 244/38. Visita 1676)

Las ermitas del Santo Ángel y la de San Gregorio se arruinaron y la escasez de limosnas impidió su reconstrucción. Algo similar le pasó a la de Santa Ana en la primera mitad del siglo XIX.

En relación con la ermita del Ángel, tenemos un apunte:

“Yo, Alonso Madrid Bueno, soy arrendatario de una viña de aranzada y media, que tiene la hermitta del Ángel en este ttermino” y que el mayordomo tenía la carga del pago de tres reales por una misa por el ánima de Juan Sánchez.

Capilla de Nuestra Señora de la Esperanza o Salutación

La cita don José Flores en “Macotera, historia de una villa”, página 68. Dice que “estaba situada en la calle que lleva desde la iglesia al Cristo (C. Honda) en la casa de la iglesia, tenía ambos lados y enfrente unas de otras casas y paneras, además de la capilla. De todo ello hay vestigios de la capilla en casa de Rosa Blázquez y en casa de Avelino, bodegas, y de Ricardo García panera y casa”.

Sobre esta casa de los Jerónimos, he encontrado el siguiente dato en la “Sección Notarial” del Archivo Histórico Provincial de Salamanca.

En 1782, al morir, Francisca Cuesta Blázquez, viuda de don José Jiménez Revisco, sin descendencia, para pagar a sus acreedores, hubo que subastar su hacienda, compuesta por 31 huebras de tierra, 17 aranzadas de viña y dos casas, una de ellas, “ la casa grande de la calle empedrada (Honda), que sale de la Plaza y a Cristo de las Batallas, que linda por el cierzo y gallego con posesión del Monasterio de san Leonardo, Orden de san Jerónimo extramuros de la villa de Alba, y calle larga; ábrego y solano por calle pública y otra en el barrio de Arriba, donde vive Joseph Rubio”.

Se quedó con la subasta el Monasterio de San Leonardo, Orden de san Jerónimo. “El pregonero, Juan Romero, dijo: Pues quien no hay quien puje ni quien dé más que los dichos cuarenta y cinco mil reales por las tierras, viñas, casas y bodega, pertenecientes a Francisca Cuesta Blázquez, que se remate a la una, a las dos, y a la tercera, que buen, que buen, que buen provecho le haga a quien la tiene puesta”

(A.H.P.SA. Sección Notarial. Signatura 438, folios 177 y vuelto)

El hospital

Es un hecho incuestionable, que, hacia 1540, el coste de la vida en España creció un cincuenta por ciento. El dinero no daba de sí ni para comprar lo más necesario. Los caballeros, el clero y la gente llana no podían vivir: los primeros, de sus rentas; y el pueblo, de sus mermados ingresos. Además, la tasa de natalidad había aumentado considerablemente: mayor población, en consecuencia, más demanda de alimentos. Ante esta situación angustiosa y apremiante, Felipe II promulga la ley de 1543, a fin de reglamentar la mendicidad en sus reinos. En la Universidad de Salamanca, Domingo de Soto imparte lecciones sobre la forma de aliviar la pobreza. Y en Macotera, el párroco, Juan de Pajares, fundó en su casa un hospital para menesteros y le dotó con la renta de su hacienda.

“En estte lugar, con el nombre de hospital ay una pía memoria y fundazión que en él hizo el Lizenciado don Juan Pajares, presvittero cura parrocho que fue y vezino de estte lugar, al que aplicó una conttraventa quel ttodo de que se compone sus emolumentos, asciende, en cada un año, a quattro cienttos reales de vellón, los que sirben para socorrer en sus estremas nezesidades a algunos vezinos pobres que padezen enfermedades en estte pueblo, y ttodos que de la misma qualidad transittan por él”.

(Pregunta treinta del interrogatorio del Marqués de la Ensenada, año 1752)

Aquí hay un hospital bien tratado, con cinco camas razonables y una nueva de colchones y mantas para clérigos. Este hospital tiene poca renta.

(Libro de Lugares y aldeas del obispado de Salamanca, años 1604 – 1629)

Propiedades del Hospital, año 1766.

Una casa junto a la plaza enfrente de la yglesia parroquial de este lugar terrera, y enzima está la casa Consistorial del Conzejo, el que tiene la obligación a componer los altos de dicha casa para su conserbación por tener la posesión y pertenencia de las oficinas altas; y el ospital solamente de las bajas en se comprenden unas paneras que sirben de zilla para el recogimiento de los granos del diezmo por lo que los ynteresados pagan anualmente la renta correspondiente, y el que (hospitalero) abita la casa lo que también le corresponde.

Un lagar en el casco de este lugar que sirbe de zilla para el mosto.

Veinte y una huebras y media de tierra.

Una era de doszientos sesenta y seis estadales.

Aranzada y cuarta de viña.

(ADSA. Signatura 244/66, folios 426 y 426 v)

El señor visitador manda hacer un pozo en el portal del hospital para la limpieza o se compre el de Sebastián Sánchez, sesmero, que confina con él. Sebastián se lo vende, por ser para tan buena obra, por menos de lo que vale.

En otro apartado, el visitador ordena al mayordomo:

“Que, puesto que los cabezales están muy viejos y maltratados, con los peores, remiende los que pueda y compre media docena de nuevos para las camas; que, en la cámara de la izquierda, se coloque una cama para las mujeres que vinieren a dicho hospital y que esté cerrada con su llave, para que los hombres y las mujeres no duerman juntos, y que la hospitalera esté atenta y no lo consienta por ningún pretexto; que la cámara de mano derecha sea sólo para clérigos, frailes y hombres; y ordenó que así ésta como las demás estén bien limpias y que la hospitalera trate con toda caridad y creencia a todos los pobres que a él vinieren; y recomienda al mayordomo y al cura la visita a menudo, como apadroneros, para que vean si se cumple lo que en este mandamiento se contempla; que se hagan dos escaños con ruedas en los pies de buena madera, se metan debajo de las camas y se saquen para que no duerman en el suelo cuando haya copia (abundancia) de pobres; que los alcaldes y regidores de dicho lugar reparen lo alto de dicho hospital, pues se sirven de ello para cosa del Concejo. Se cubra y se enladrille de arte que no pueda caer polvo a los ojos de los pobres ni en sus camas; que se aderece la chimenea que es muy fumosa y no se puede estar en ella, y los pobres padecen; que se hagan dos ventanas grandes para los dos aposentos del hospital”.

La yntituzión de dicho ospital fue para remedio de pobres enfermosde este lugar y también para que, llegando algún enfermo transitante, el maiordomo lo conduzqa al lugar más próximo, y que sea en derechura a su viaje, por lo que se le haze de bueno real y medio, por lo que se le a de dar dicho maiordomo una escudilla de caldo, con un par de huebos y una libra de pan. (ADSA. Signatura 244/66, folio 426 V)

Una vez pagados todos los gastos del hospital, lo restante se distribuía en beneficio de los pobres de este lugar. El mayordomo mandaba decir una misa cantada por el ánima e intención del licenciado don Juan de Pajares, fundador del mismo, el día 6 de mayo:

"Es cargo de dicho ospital y del maiordomo en su nombre, el mandar celebrar una misa cantada por el ánima e yntenzión del licenciado don Juan de Pajares, en el día 6 de maio, por la que a de dar de limosna quatro reales al cura y uno al sacristán. Esto a de ser todos los año.a causa de que el dicho licenciado dejó a dicho ospital la zilla, llamada lagar de pisar ubas, solo con esta carga.

Y toda la renta de las posesiones que ban, se distribuian en beneficio de los pobres de este lugar en las tres pasquas del año por los párrocos y justizia de él".

(ADSA. Signatura 244/66, folios 426 v y 427. Año 1766)

El hospital se fundó para los pobres enfermos y peregrinos:

“pero, a veces, recoge a algunos buhoneros que vienen con sus tiendas y mercancías, y hay muchos de ellos que son ricos, y podrían asentarse en el mesón o en otras casas particulares. Por ello, se junta mucha gente que produce mucho ruido y notable daño a los pobres enfermos”. Ante tanto abuso, el visitador manda al hospitalero y a su mujer, a los alcaldes y regidores de este lugar, “que no consientan ni permitan acoger a estas gentes ni que pongan sus tiendas a la puerta de él, so pena de dos mill maravedíes, aplicados la mitad para reparos del hospital y la otra mitad para los pobres invergonzantes”. (ADSA. Sig. 244/35. Visita año 1568)

En 1667, el hospital degenera en burdel. Esta situación provoca el que el señor obispo dé orden de cerrar el hospital, porque:

“hombres y mugeres de mal vivir y forajidos que causan muchas ofensas y deservicios a Dios Nuestro Señor, y notable daño a la República y lugares circunvecinos; mando a los alcaldes de dicho lugar en virtud de santa obediencia y so pena de excomunión maior, hagan cerrar y cierren el dicho hospital, con piedra y lodo, para que no se use ni pueda entrar en él persona alguna, y lo cumplan dentro de ocho días de la notificazión, y la rentta del hospital se distribuya entre los pobres de este dicho lugar, como se ha echo y acostumbrado hasta aora, y lo firmo” (ADSA. Sig. 244/36. Visita año 1667).

En 1761, el señor Obispo se resiste a aprobar las cuentas del hospital, porque se han entregado limosnas a estudiantes y sacerdotes pobres, contraviniendo la mente del fundador “no gastándose lo que se ha gastado en aquellos que, por la maior parte, serán tunantes, sin que tengan la nezesidad que quiso remediar el fundador; por tanto mando que, en adelante, no se den libramientos para pobres pasaxeros, no teniendo la circunstancia de enfermo, y mucho menos a estudiantes que, con motivo de la Universidad, en sus vacantes, usan de este medio de pedir sin mucha nezesidad, y mui distante de la que quiso remediar el fundador”. (ADSA. Sig. 244/65. Folios 158 v y 159)

Hacia 1780, el Ayuntamiento se hace cargo del edificio y de su hacienda. Pero la función social del hospital sigue en pie, pues el Ayuntamiento firma un acuerdo con los hospitales de Santiago y de san Marcos de Alba, formando el grupo de “Hospitales unidos”, mediante el cual Macotera entrega a los administradores de “Hospitales Unidos” las propiedades y renta de la entidad macoterana a cambio del compromiso de acoger en ellos a las personas necesitadas del pueblo.

(A.D.P.SA. Signatura 244/65)

Subasta de los bienes del hospital

El reino se hizo con la propiedad de las haciendas de hospitales, casas de misericordia, de reclusión, de expósitos, de cofradías, patronatos, colegios mayores, hospicios, obras pías por “motivo de la considerable disminución que han tenido las rentas de la corona por las guerras, escaseces, epidemias y otras calamidades”.

Estos bienes se vendían, y el capital se depositaba en la Real Caja de Consolación, y se paga a los desposeídos un interés del 3% del valor del bien raíz.

El patrimonio del hospital de Macotera, en 1807, estaba compuesto por veintitrés huebras y media de tierra, dos aranzadas de viña y dos cillas: la de grano y la de vino.

La Real Caja subastó las tierras y las viñas, el 19 de febrero de 1808, y fueron rematadas a favor del macoterano, Luis Flores, en 7.123 reales.

Hasta la abolición del diezmo, la cilla de granos compartíó la misma panera con el pósito en la plaza Mayor. La cilla de vino con su lagar, situada en la calle Retuerta, nº 1. se tasó a nombre de Pedro Maestre (cura del pueblo), en 9.421 reales. La escrituró a nombre de su sobrina, María de la O, el 30 de abril de 1808.

(A.H.P.SA. Sección Notarial, signatura 448, folio 21)

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Articulo extraido de la bibliografía de Eutimio Cuesta Hernández sobre Macotera. Cedido voluntariamente por el autor macoterano. Muchas gracias por colaborar en este proyecto.