Aspectos laborales (Plaza Mayor de Salamanca)

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Del reglamento de la obra elaborado por don Rodrigo Caballero se desprende que la obra estaba abierta durante todo el año y que se trabajaba de sol a sol. De esta manera se trabajaban pocas horas en invierno pero muchas en verano, manteniéndose los salarios en la misma cantidad durante todo el año, compensando un tiempo con otro. De todas formas se advierte a los trabajadores que no pueden dejar la obra en primavera para irse a otras que seguramente estaban paradas durante el invierno.

Los jornales se pagaban puntualmente todas las semanas el domingo por la mañana, pagándose los días laborables, según se hubiera trabajado media jornada o íntegra, no computándose los festivos y domingos. Como en esta época los días festivos debían ser muchos y teniendo en cuenta que la obra se paraba por lluvias o por mal tiempo, se calcula que por término medio solía salir una semana de cuatro días. Aún así estos trabajadores se podían considerar unos privilegiados con relación a otros que su trabajo sólo duraba los escasos días de verano. Los que percibían el sueldo también domingos y festivos eran el arquitecto y los administrativos pues se consideraba que durante esos días también trabajaban. Dentro de los trabajadores se consideraba de rango superior a los maestros de cantería, albañilería y carpintería, que además de gozar de un sueldo más alto al llegar Navidad y Año Nuevo recibía un aguinaldo. Sin embargo el que verdaderamente cobraba un buen sueldo era el arquitecto que además percibía emolumentos por ser maestro mayor de la Catedral y arquitecto del Colegio de Cuenca, además de otros más particulares. Por el contrario ni a los aparejadores ni a los demás trabajadores se les permitía trabajar en obras que no fueran la de la Plaza.

Era habitual premiar con un refresco de vino por mes a todos los trabajadores o por un trabajo especial o fiesta significativa. El 10 de mayo con motivo del aniversario del comienzo de las obras se les daba vino, pan, queso y aceitunas. En otras ocasiones se agasajaba a los herreros, a los canteros o a los carreteros por haber terminado un determinado trabajo. El mismo reglamento también se ocupa de la seguridad, pero como sentimiento humanitario, y se había previsto la expulsión inmediata de todo aquel que promoviera desordenes, protestas o simplemente que se escaqueara del trabajo. Tenemos noticia de la expulsión únicamente de un obrero, Diego Blas, no sin antes pagar las horas que había trabajado y que aún no había cobrado.


LA INTERRUPCION DE LA OBRA

La intención del Ayuntamiento era proseguir la obra nada más terminar estos dos primeros lados. No esperó ni siquiera a dar por terminada la obra, antes de terminarla empieza a estudiar el modo de proseguirla y sobre todo la realización del edificio del Concejo. Para esta obra se votaron los mismos recursos que se utilizaron en los dos primeros pabellones y se decide comunicar a los propietarios de las viviendas que ocupaban los lados sin hacer, que daban a la plaza, que eran ellos quienes debían levantar las nuevas fachadas en conformidad con las edificadas en los otros dos lados. En caso que no tuviesen medios para ello podían venderlas a la ciudad.

El maestro de la obra hace el proyecto del nuevo Concejo y en febrero de 1734 se contrató la saca de piedra de granito para hacer los cimientos de él, con idea de aprovechar el verano para adelantar en lo posible la obra. Algunos dueños de las casas que debían hacer obra como el Cabildo, la Clerecía de San Marcos, la Universidad o los Clérigos de San Carlos ya se habían comprometido a iniciar las obras , pero el Consejo de Castilla empieza a dar largas y poner trabas a la tramitación de la obra. Una de las condiciones que pone es que todos los propietarios den su consentimiento, con algunos de ellos va a empezar un tira y afloja que traerá un parón a la obra de 15 años.

Los propietarios de las casas de estos lados de la plaza eran además de las instituciones que antes hemos referido la Cofradía de Caballeros Veinticuatro, La Encomienda de la Orden de San Juan, el Conde de Grajal, El Mesón de los Toros –propiedad del Monasterio de Moreruela- en la acera llamada de Petrineros. En la acera del Ayuntamiento: El Concejo, el Marqués de Liseda, don Felipe Solís y Gante, El Mesón de la Solana propiedad de Antonio Paz, don Juan Basanta Osorio, y otras siete casas más. La mayor parte de estos propietarios o bien se comprometen a levantarlas por su cuenta o las venden, pero el Conde de Grajal y el Monasterio de Moreruela inician un pleito, el Monasterio cede pronto pero el Conde de Grajal se enfrentaría al Ayuntamiento durante años con una terquedad que llegó hasta los insultos . El parón hace que en 1738 Alberto Churriguera abandonase Salamanca y se encargase de la obra su sobrino Manuel de Larra y Churriguera. Después de 6 años de litigio el supremo falló a favor de la ciudad y en octubre de 1741 se empiezan a abrir las zanjas para levantar los cimientos de la casa Consistorial, según el antiguo proyecto de Alberto Churriguera.

Se veían ya los machones que iban a sujetar los arcos de las casas consistoriales cuando el 27 de junio de 1742 el intendente corregidor manda parar otra vez la obra, la causa, nuevas quejas y protestas de los vecinos de esta acera . En noviembre de 1743 el arquitecto Andrés García de Quiñónes presenta al Ayuntamiento un nuevo proyecto en que reduciendo las líneas del existente y sin perjudicar a nadie se podían levantar las Casas Consistoriales y algunas viviendas, incluso, salían beneficiadas. El Ayuntamiento vio el cielo abierto y convocó consistorio extraordinario para el doce de diciembre. En esos día pasó por Salamanca un arquitecto un tanto singular, se trataba de Juan García Verruguilla, había sido arquitecto de Luis I y el Ayuntamiento le pidió que examinara las obras, ateniéndose la ciudad a lo que dictaminara. Este arquitecto tenía la rara intuición de predecir si un edificio era firme o falso. Había predicho y acertado la ruina de la iglesia de Sto Tomás y la Puerta de San Vicente en Madrid, el puente de Ronda, y la capilla de San Frutos en Segovia. Una vez examinada la obra dictaminó que su grosor era insuficiente para las torres que se habían proyectado. El Ayuntamiento aconsejado por Verruguilla y después de estudiar los planos de García de Quiñónes y el antiguo de Larra Churriguera acepta el de García de Quiñónes pues no perjudicaba a los vecinos, las entradas de las calles en la plaza eran mucho más regulares y mejor la proporción y simetría de la fachas de las Casas Consistoriales, así como su hermosura y fortaleza. Se disminuyeron las medidas de estos dos lienzos y a la vez se disimuló el feo ángulo agudo donde se juntaban, ganando la plaza en regularidad. De la fachada que se aprobó, el Ayuntamiento mandó hacer una maqueta en madera que aún hoy se conserva, con dos torres a ambos lados de la fachada del Ayuntamiento que no se hicieron.

Estaban encarriladas las cosas cuando Manuel de Larra y Churriguera disgustado por haber sido depuesto del puesto de maestro mayor de la obra puso pleito ante el Consejo de Castilla. Después de la intervención del arquitecto real el 23 de mayo de 1750 el rey Fernando VI dejaba el camino libre para seguir la obra de la plaza. Terminaban así 15 años de pleitos y sinsabores para el Ayuntamiento. En este documento se obliga a que todas las fachadas de las viviendas debían se uniformes y en las Casas Consistoriales se podían conservar las torres y el hastial para notificar su distinción pero se debían podar de los excesivos adornos que aparecían en la maqueta. También se manda que los arcos de entrada de las calles no debían superar el primer piso. Urgía al municipio a proseguir la obra usando los mismos instrumentos económicos que había utilizado hasta la fecha. Se tomó tan a pecho esta orden real que incluso se pensó en rebajar los dos arcos de la fachada de San Martín para darle más uniformidad a la plaza, si no se hizo fue por dificultades técnicas. Esto también sirvió para frenar los deseos de la Universidad de hacer en la línea de Petrineros, en su casa, un adorno semejante al del arco de San Fernando.




Artículo publicado en el boletín nº 95 del Boletín de la Asociación Cultural "Amigos de Macotera"

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Articulo extraido de la bibliografía de José Luis Rivero del Campo sobre la Plaza Mayor de Salamanca. Cedido voluntariamente por el autor. Muchas gracias por colaborar en este proyecto.