Bonifacia Rodríguez Castro
Esta religiosa nace en Salamanca el 6 de junio de 1837, siendo la mayor de seis hermanos. Tras los estudios primarios, aprende el oficio de cordonera, siendo necesario que comience a trabajar a los quince años debido a la muerte de su padre.
De sus cinco hermanos solo sobrevive Agustina, quien se casa en 1865. A partir de este momento Bonifacia junto con su madre se dedica a trabajar y a una vida piadosa llegando a formar la Asociación de la Inmaculada y San José, llamada después Asociación Josefina, mediante la cual enseña a jóvenes sin recursos el oficio de cordonera.
En 1870 los jesuitas regresan a España y con ellos llega a Salamanca el jesuita Francisco Javier Butinyà i Hospital quien junto a Bonifacia convierte la Asociación Josefina en la Congregación de Siervas de San José, tomando Bonifacia y su madre junto a seis mujeres más los hábitos de la nueva congregación, era el 10 de enero de 1874. Los objetivos eran oración y trabajo hermanados, acogida a las mujeres pobres sin trabajo y fomento de la industria.
La congregación se dedicaba a dar trabajo a las mujeres pobres que carecían de él, pero la marcha del obispo Joaquin Lluch i Garriga a Barcelona y el nuevo destierro de los jesuitas obligando a marchar a Francisco Javier Butinyà dejan a Bonifacia sin apoyos, siendo su liderazgo cuestionado dentro de la congregación y en 1882, mientras estaba ausente, fue destituida de su cargo.
Entonces Bonifacia propone al obispo de Salamanca, D. Narciso Martínez Izquierdo, que le permita fundar una nueva comunidad en Zamora. Con el permiso de los obispos de Zamora y de Salamanca Bonifacia, junto a su madre, parte hacia Zamora el 25 de julio de 1883.
Durante su estancia en Zamora, la casa de Salamanca se desentiende de Bonifacio llegando a modificar la constitución original, e incluso el 1 de julio de 1901, cuando el papa León XIII concede la aprobación pontificia a las Siervas de San José, fue excluida de ella la casa de Zamora. Incluso cuando Bonifacia acude a Salamanca para limar asperezas se le niega el recibimiento.
Finalmente fallece en Zamora el 8 de agosto de 1905. Poco después, el 23 de enero de 1907, la casa de Zamora se incorpora al resto de la Congregación. El nombre de Bonifacia fue olvidado por la congregación y sólo luego de posteriores investigaciones se supo quien había sido la fundadora de la congregación. Con el tiempo su memoria se recuperó, llegando a ser beatificada el 9 de noviembre de 2003 por el Papa Juan Pablo II, estableciendo como su día festivo el 6 de junio. El milagro que se le atribuye es la curación de un hombre al que los médicos le habían diagnosticado un carcinoma irreversible en el hígado.
Fue canonizada el 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI, convirtiendose en la primera santa salmantina.
Sus restos se encuentran en la capilla del Colegio de las Siervas de San José, en Salamanca.