Felipe I de Castilla
Felipe de Habsburgo el Hermoso (Brujas, Flandes, 22 de julio de 1478 - Burgos, 25 de septiembre de 1506). Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, Brabante, Limburgo y Luxemburgo, Conde de Flandes, Habsburgo, Henao, Holanda, Zelanda, Tirol y Artois, y señor de Amberes y Malinas.
Era hijo de Maximiliano I de Habsburgo, emperador de Alemania y de María de Borgoña. Su padre pactó su matrimonio con Juana I de Castilla, la hija de los Reyes Católicos, en el marco de la Liga Santa que unió a la monarquía castellano-aragonesa con el Imperio, Inglaterra, Nápoles, la república de Génova y el ducado de Milán contra las pretensiones hegemónicas de Francia en Italia (1495).
Una vez casados, Juana supuestamente enloqueció, según algunos por los celos que le producían las infidelidades de su marido, hacia el que sentía un amor tan apasionado como poco correspondido. Aunque las Cortes reunidas en Valladolid se negaron a declarar la incapacidad de la reina Juana, Felipe "el Hermoso" ejerció el poder efectivo sin contar con ella. Tradicionalmente se le ha censurado por el favoritismo que demostró a sus coterráneos flamencos, así como por haber repartido dádivas y prebendas entre los nobles castellanos para buscar su apoyo; pero es posible que eso haya respondido a una estrategia dirigida a afianzar el poder real y a poner coto a la injerencia de su suegro en los asuntos castellanos. La figura que alcanzó mayor preeminencia en su breve etapa de gobierno (aunque no hasta el punto de poder considerársele un valido) fue un oscuro noble, el señor de Belmonte, de nombre Juan Manuel.
Su muerte, acaecida en la burgalesa Casa del Cordón, fue tan súbita que corrió el rumor que su suegro lo había envenenado. Según parece se encontraba Felipe en Burgos jugando a pelota vasca cuando, tras el juego, sudando todavía, bebió abundante agua fría, por lo cual cayó enfermo con alta fiebre y murió unos días después. Sin embargo, los investigadores más recientes y autorizados atribuyen su muerte a la peste. Como quiera que fuese, la muerte del monarca aumentó la supuesta locura de la Reina Juana.
A su muerte, Fernando el Católico aprovecha el débil estado mental de su hija Juana para encerrarla en el palacio de Tordesillas (Valladolid), del que ya no saldrá hasta su muerte, y convertirse en regente del reino de Castilla. Su primogénito, Carlos, se encontraría con una herencia grandiosa: los reinos de sus cuatro abuelos, que lo convertirían en uno de los más importantes emperadores de la época.
Bibliografía
Zalama, Enrique (dir.) Felipe I El Hermoso. La belleza y la locura, 2006, Madrid: Centro de Estudios de Europa Hispánica. ISBN 8493464341