José de Ribera
José de Ribera (Játiva,12 de enero de 1591 - 1652); pintor del siglo XVII, también conocido como Jusepe de Ribera y Giuseppe Ribera en italiano pues su obra de madurez se hizo íntegramente en Italia. También fue llamado, por sus contemporáneos Lo Spagnoletto, o "el pequeño español", por su costumbre de firmar así sus obras "Jusepe de Ribera, español" y su baja estatura. Ribera fue un pintor destacado de la escuela española.
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Biografía
El 17 de febrero de 1591 es bautizado en la Iglesia de Santa Tecla de la ciudad de Játiva (Valencia), Juan José de Ribera es hijo de Simón y Margarita.
Nada se sabe de sus años de infancia y primera juventud, ni de su educación artística, auque se cree que fue discípulo de Francisco Ribalta o fue seguidor del maestro en los años de su formación (sin pruebas concluyentes). Sin embargo, en un estudio más atento a la evolución de Ribalta, puede comprobarse que las obras de este pintor están impregnadas de tradición escurilense mientras que las primeras obras conocidas de Ribera trasmiten un áspero naturalismo.
En 1616 visitó la corte de los Farnesio en Parma (Italia), cobrando el lienzo de "San Martín partiendo su capa con el pobre" y se interesó por la obra de Correggio. En 1613 se encuentra en Roma, donde ingresa en la Academia de San Lucas. En Roma permanecerá hasta (1616). Habitaba en la Vía Margutta, calle donde solían vivir los artistas; frecuentó la compañía de otros pintores y la "casa del flamenco", lo que puede explicar su contacto con la importante colonia de artistas flamencos y holandeses residentes en Roma.
En mayo de 1616, se encuentra entregando a la Academia de San Lucas "La limosna prometida varias veces" y en julio de ese mismo año recibirá en Nápoles un pago por su lienzo de San Marcos, De este modo, es protegido por los Farnesio despertando así envidias por los artistas locales. Su prestigio se extendió, a pesar de llevar una vida un tanto licenciosa, gastando más de lo que ganaba y contrayendo deudas que lo obligan a partir para Nápoles.
En esta ciudad es donde desarrollará toda su carrera pictórica, además contraerá matrimonio en noviembre con Catalina Azzolino, hija de un acaudalado marchante y pintor, con la que tuvo al menos cinco hijos. Gozó de la protección de los virreyes, esta protección está ligada a un suceso curioso: se supone que con la llegada del virrey hubo una concentración multitudinaria en la plaza del Palacio pero no para recibirlo, sino porque Ribera expuso su cuadro de San Bartolomé.
Este hecho hace que acredite su vinculación a los estamentos oficiales y creciente estimación, así el pintor se asienta en la ciudad, donde recibe encargos y trabaja activamente, aunque son escasas las obras fechadas en sus primeros años.
La muerte le sorprendió el 3 de septiembre de 1652, en su caso barrio de Mergelina, en un extremo del golfo, a la que se había trasladado buscando, quizás, descanso lejos del bullicio de la ciudad, ensangrentada por la represión.
Obra
Ribera es una de las figuras capitales de la pintura, no sólo de la española, sino de la europea del siglo XVII y, en cierto una de las más influyentes ya que sus formas y modelos se extienden por toda Italia, Centro de Europa y a la Holanda de Rembrandt.
Aunque nació en España, ha de ser considerado como italiano. Ha de buscarse su verdadera educación en las corrientes italianas de su tiempo.
A su llegada a Italia está en todo su apogeo la novedad caravaggesca, en tensión con la renovación romano- boloñesa que revivía clasicismos. Por este motivo, adoptó el tenebrismo que daban los flamencos y holandeses presentes en Roma, pero no deja de ver y asimilar algo de las formas bellas del mundo clasicista. Completó su formación enriqueciéndose con otros hechos de cultura italiana que le son pronto familiares. Ante todo, el estudio de la gran pintura del renacimiento.
En la educación de Ribera hay otro elemento que le distancia de los artistas españoles, es el estudio de la antigüedad clásica (fundamentada por el barroco europeo).
A lo largo de sus obras, se puede apreciar que Ribera no es un pintor de un único registro, sino que su lenguaje se ciñe con admirable precisión a cada uno de los hechos acaecidos. Superando el tenebrismo inicial, volverá a los intensos contrastes de luz y de sombra cuando ciertos asuntos lo exijan o cuando la iconografía lo reclame.
Es un creador extraordinario ya que posee la capacidad de crear imágenes palpitantes de pasión verdadera al servicio de una exaltación religiosa, que no es sólo española, sino de toda la Contrarreforma católica y mediterránea; su maestría colorista, que recoge toda la opulencia sensual de Venecia y de Flandes, a la vez que es capaz de acordar las más refinadas gamas planteadas del más recogido lirismo; y su inagotable capacidad de "inventor" de tipos humanísticos que prestan su severa realidad a santos y filósofos antiguos con idéntica gravedad, hacen de él una de las cumbres de su siglo.
Década de los años 1620
De 1620 a 1630 no se tienen noticias de obras pictóricas, pero a este período corresponden la mayoría de sus grabados, técnica que cultivó con maestría.
En sus primeras obras muestra su gusto por los modelos de la vida cotidiana, de ruda presencia, con pinceladas prietas y delimitadora semejante a lo que hacían caravagístas nórdicos, los cuales ejercieron gran influjo en sus obras al haber mantenido contactos con estos.
Los años de la década de 1620 a 1630 son aquellos en que, sin duda, dedicó más tiempo y atención al grabado, dejando algunas estampas de belleza y calidad excepcionales. A partir de 1626, se poseen abundantes obras fechadas que dan testimonio de su maestría. Su pasta pictórica se hace más densa, modelada con el pincel y subrayada por la luz con una casi obsesiva búsqueda de la verdad material, táctil, de la realidad y su relieve.
Sus temas pictóricos presentan una iconografía religiosa; el artista plasma de una forma muy explícita e intensamente emocional escenas de martirios como El martirio de San Bartolomé o El martirio de San Felipe (1639), en el Museo del Prado, así como representaciones individuales de medias figuras o de cuerpo entero de los apóstoles (Apostolados).
Sin embargo, realizó también obras de carácter profano, como figuras de filósofos (Arquímedes, 1630, Museo del Prado), temáticas mitológicas como el Sileno del Museo de Capodimonte de Nápoles de 1626 (es su primer cuadro firmado y fechado), representaciones alegóricas de los sentidos (Alegoría del tacto de 1632, Museo del Prado, conocido como El escultor ciego), y algunos retratos como Retrato de Magdalena Ventura con su marido (1631, Fundación Casa Ducal de Medinaceli, Palacio Lerma de Toledo).
Entre los años 1626 y 1632 realizó sus obras más rotundas que muestran su fase más tenebrista son aquellas composiciones severas de grandes diagonales lumnosas que llenan la superficie, subrayndo siempre la solemne monumentalidad del conjunto con elementos de poderosa horizontalidad, como gruesas lápidas de piedra o enormes troncos.
En 1629 llega un nuevo virrey, el duque de Alcalá, y el pintor va a tener un nuevo mecenas. El virrey le encarga obras como la Mujer Barbuda (1631) o una serie de Filósofos, en los que deja testimonio de su naturalismo más radical: modelos de una vulgaridad casi hiriente, traducidos con una alucinante verdad intensísima.
Década de los años 1630
El mandato del Conde de Monterrey (1631-1637), supuso para el pintor unos años de gloriosa actividad, puesto que el virrey patrocinó obras que le dieron ocasión para una transformación de su estilo abandonando sutilmente su tenebrismo radical y dando entrada a un pictoricismo extraordinario.
Se abre a un concepto pictórico más luminista y una mayor preocupación por el color, con tonos argénteos, dorados y rosados, en los cejales y transformando sus pinceladas modeladoras en un toque más ligero y vibrante.
Dicho cambio se debe a su propia reinterpretación de la pintura de Tiziano y Pablo Veronés, así como a la influencia que recibe de la pintura de Giovanni Lanfranco y a su conocimiento de la pintura flamenca, ya que tiene acceso a obras de sir Anthony van Dyck y Pedro Pablo Rubens presentes en diferentes colecciones privadas napolitanas. Así, en El sueño de Jacob o en La Magdalena fechadas en 1639 y 1640 respectivamente (Museo del Prado), destacan sus típicos cielos azules de esta segunda etapa y la búsqueda de un concepto de perspectiva aérea llena de luminosidad y formas vibrantes.
Década de los años 1640
La década de los 40, con las interrupciones debidas a su enfermedad (a pesar de ello no dejó la actividad del taller), supuso una serie de obras de un cierto clasicismo en la composición, sin renunciar a la energía de ciertos rostros individuales aunque en su obra también se experimenta de nuevo un cambio estilístico que le devuelve en cierta medida a las composiciones tenebristas de su primera etapa; las causas fueron sus desgraciadas circunstancias personales.
La crisis económica que sucedió a la revuelta de Masaniello en Nápoles (1647) afectó a la producción pictórica de Ribera. Además, para sofocar la revuelta, acudieron a Nápoles las tropas españolas bajo el mando de don Juan José de Austria, hijo natural de Felipe IV de España. Una de las hijas de Ribera, Margarita, fue seducida por Juan José, tras la revuelta y la aventura familiar Ribera, enfermo, reduce considerablemente su trabajo.
Su taller ve reducido el número de oficiales, huidos de Nápoles por temor a las represalias, y, sin embargo, todavía firma alguna de sus obras maestras el mismo año de su muerte y da fin a ciclos largamente meditados.
Son ejemplos de este momento La Inmaculada Concepción (1650, Museo del Prado) y San Jerónimo penitente (1652, Museo del Prado).
Obras destacadas
'Sileno Borracho' (1626)
El lienzo se encuentra en el Museo y Galería Nacional de Capodimonte en Nápoles.
Este cuadro refleja a Sileno tendido sobre un paño rodeado de diversas figuras : un asno y un joven sátiro con una taza en la mano, otro sátiro que vierte vino en la copa de Sileno, y un tercero. En el suelo se encuentra un bastón, una tortuga y una concha. Algunos autores creen que este cuadro es una interpretación de una bacanal en el curso de un festejo para coronar a Baco, sin embargo otros opinan que refleja el perfil clasicista ya que asocian a Apolo, el dios que en la iconografía renacentista y barroca se asocia con Sileno.
'San Andrés Apóstol (pintura)|San Andrés' (1630)
Se encuentra en el Museo Nacional del Prado en Madrid.
Se representa al santo ante un fondo oscuro abrazando la cruz de su martirio y con un grueso anzuelo en la mano, al que está sujeto un pez. Este detalle alude al oficio de pescador. Aparece con el torso al descubierto y se ve a la figura iluminada desde la izquierda. Al representar esta figura aislada con sencillez y sentido realista, el pintor crea una imagen de profundo impacto emotivo.
'La Mujer Barbuda'(1631)
El lienzo se encuentra en el Palacio de Lerma en Toledo.
Es uno de los cuadros más insólitos de la pintura europea del siglo XVII. Ya que refleja a la mujer con un aspecto masculino, e en el cual aflora el drama psicológico de la mujer transformada en hombre y la resignación del marido.
'La Inmaculada Concepción'(1635)
El cuadro se encuentra en la Iglesia del Convento de las Angustinas Recoletas en Salamanca, que precisamente se conoce como Iglesia de la Purísima, debido al cuadro.
Es una representación tradicional, viste a la Virgen con manto azul y túnica blanca e incorpora a los ángeles a su alrededor. La Inmaculada Concepción se considerada una obra esencial de la fase de más intenso pictorismo y luminismo del español y como una obra maestra de la pintura barroca napolitana y española.
'La Trinidad' (1635-1636)
Este cuadro se encuentra en el Museo Nacional del Prado, Madrid.
En este lienzo combina el estilo tenebrista de sus años juveniles, la cual se aprecia en la violenta iluminación del cuerpo de Cristo, con un pictoricismo preciosista.
'Asunción de la Magdalena' (1636)
Este cuadro se hallaba en el Escorial pero hoy día está en la Academia de San Fernando. Aparece en un inventario de 1700 como una "Magdalena con marco dorado de tres varas y cuarto de largo". En esta obra, Ribera, aunque representa uno de los símbolos más importantes del sacramento de la penitencia en el mundo de la Contrarreforma, elaboró una imagen que exalta la belleza y la fascinación femenina de la santa.
'El Martirio de san Felipe' (1639)
Este cuadro se expone en el Museo del Prado, Madrid. Representa los momentos anteriores del martirio de san Felipe, el apóstol que predicó en la ciudad de Gerápolis y fue crucificado. Ribera destaca el dramatismo, insistiendo en la violencia de los verdugos y el sufrimiento del mártir. El asunto de este cuadro fue durante mucho tiempo interpretado como el martirio de San Bartolomé. Aunque diversos elementos demuestran que se trata de san Felipe.
'El Sueño de Jacob' (1639)
Este cuadro se encuentra en el Museo Nacional del Prado en Madrid. Se narra el episodio del sueño de Jacob. La escala soñada es símbolo de la vida contemplativa, según la interpretación benedictina. Si en el siglo XVII son frecuentes las versiones del episodio con la escala, aunque Ribera prefirió insistir en la humanidad del Pastor.
'El Lisiado' o '[El pie varo]' (1642)
Este lienzo se encuentra en el Museo de Louvre en París. El cuadro representa a un joven mendigo con aspecto humilde. Ribera muestra la figura del lisiado de manera casi monumental, con tonos casi monocromos y una estructura compositiva simple. Muchos detalles son realistas, ejemplo, el pie deforme. Este lienzo es fiel testimonio de una crítica a la cultura científica y a la miseria humana.
'Santa María Egipcíaca' (1651)
Se encuentra este cuadro en el Museo Cívico Gaetano Filangeri en Nápoles. Forma parte de la nutrida serie de santos y santas que constituyeron el tema favorito de una clientela profundamente marcada por el espíritu de la Contrarreforma.
Ribera trató varias veces este tema, en la etapa final de su vida, el artista, marcado por diversas dificultades existenciales, logró expresar con más intensidad que nunca las emociones de sus personajes, retratándolos con gran espíritu de humanidad.
El viguroso naturalismo de sus primeras obras deja paso a un picyorismo más delicado y la gama cromática se rebaja a unos tonos terrosos.
Como en las obras maduras, los fuertes contrastes claroscuristas son sustituidos por un uso más natural de la luz.