Torre-fortaleza de Aldeadávila

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El lugar de Aldeadávila, desde muy antiguo, quizás por ser tierra de frontera, primero con los árabes, después con los portugueses, ha formado parte de tierra de Señorío, y durante breves períodos de tiempo de Realengo. El concepto de Señorío se ha llegado a calificar de Estado, es decir, la jurisdicción en la mayor parte de los asuntos dependía del Tenente o Señor Feudal que dominaba el Lugar, o la Comarca.

Estructura de la Torre-Iglesia

Lo primero que hay que decir es que la estructura única torre-iglesia no fue la inicial, y así lo percibió el Visitador del Obispo en 1605: “…una yglesia de cantería con una famosa torre y un choro alto y bajo, todo de cantería muy bien tratado, la yglesia no está en proporçión con el choro y la torre..” De hecho son dos obras con distinta cronología, que se unieron cuando la torre perdió su función militar. La torre soporta su enorme esfuerzo en base a dos elementos: unos muros norteños fenomenales de más de dos metros de anchura en la base que van decreciendo proporcionalmente con la altura, y unos contrafuertes de muro que son diferentes en las caras sur y norte, que ascienden hasta la tercera planta. En la cara norte son sencillos, y en la sur son dobles. También destaca que el coro tiene dos pisos (coro alto y coro bajo), y que es de una cronología muy diferente a la obra predominante de la iglesia.

El conjunto, debido a la multiplicidad de estilos arquitectónicos se puede nombrar como ecléctico: El arte de ejecución de la torre es castelar del siglo XIII en las tres plantas inferiores, y en las dos superiores renacentista. El arte de la iglesia es románico en su mayor parte, con elementos del gótico tardío. El retablo mayor es barroco. La capilla de los Marqueses es neoclásica. La torre está dividida en cinco plantas, que quedan claramente marcadas por aleros que sobresalen de la vertical, y se aprecian de diferente construcción. Actualmente, en su interior, únicamente tiene dos techumbres: en la planta baja la que cubre el coro inferior (de crucería), en la segunda planta otra bóveda de crucería que separa el coro alto de la planta antigua capitular. Esta planta, que es en la que vivía el alcayde, y la más noble de esta estructura castelar se conserva de una manera maravillosa, aunque lamentablemente, en la reforma del s.XVI se le quitaron las balconadas y se cegaron parte de los dos hermosos ventanales que miran al Este. En dicho siglo también se retiró la techumbre que cubría esta sala, dando lugar a un inmenso cuerpo de 3 plantas hasta que se llega a la techumbre superior, realizada con ladrillo. Hay que decir, que desde esta sala hasta el cucurucho el volumen y corrientes de aire son muy grandes.

El largo del conjunto torre-convento recorre exactamente la orientación Este-Oeste, con lo que el sol va recorriendo dicha fachada a lo largo del día. Los elementos arquitectónicos contienen diferentes dimensiones, y sobre todo estilos artísticos distintos: · Espesor de los muros y geometría, así como su función. · Dimensiones de la piedra de cantería y escuadrado · Arcos: de medio punto, de medio punto rebajado, ojival, carpanel aplanado,etc. · Inscripciones geométricas, y de fechas · Tipo de ventanales, y puertas: dimensiones y ubicación · Diferentes tipos de aleros: hasta tres · Aleros de planta de torre · Disposición de las escaleras y material · Desagües de agua y gárgolas · Elementos decorativos medievales recuperados · Elementos decorativos renacentistas Antonio Casaseca del CSIC ha estudiado en los últimos años la aportación de la familia de canteros Lanestosa en la comarca, y reseñado la semejanza de algunos elementos arquitectónicos de los conjuntos de Aldeadávila, Masueco, Pereña, Saucelle, Vilvestre y Vitigudino, así como la iglesia salmantina de Boal. También señala el origen castelar de la torre de Masueco, aunque situándolo a comienzos del s.XVI.[1] Antiguo solar de la plaza mayor de Aldeadávila Hoy en día, sorprende la forma, prácticamente triangular de la plaza mayor, denominada del Cardenal Martín Herrera. Sin embargo, ésta no era sino una parte de una plaza cuadrada de dimensiones mayores, y formada por ésta, y las calles de Sor Alegría, de las Ánimas y del Conejal , que debido a las construcciones realizadas en calle las Ánimas, y a la gran dimensión del conjunto torre-iglesia, pasan desapercibidas.

Destacar en él las ubicaciones de los grandes montículos de elementos graníticos, ya usados durante el período árabe, y que tanto facilitaron la defensa del lugar. El montículo situado en la Calle Peñas debía de ser el más elevado de todos ellos, y todavía hoy sobresale sobre el terreno circundante, lo que da muestra de su gran altura y amplitud en sus orígenes. La plaza en el siglo XII necesitaba tenner unas grandes proporciones, y estar bien situada para albergar los diferentes elementos que se le iban a ir incorporando. En la unión de calle de la Cilla con la plaza sospechamos se encontraba una puerta medieval de entrada al recinto, con dimensiones para los carros y apeos de animales. Igualmente pensamos que debía de haber otra puerta en el naciente de la calle de Abajo (de abajo del recinto central o plaza). No estaría claro que hubiera puertas en las otras dos aberturas. Un aspecto que no se ha estudiado hasta la fecha son las evidencias árabes presentes en la Iglesia: -De la época árabe, hay que destacar la “Leyenda de la construcción mora de la torre”, y la referencia que nos hace Madoz[2]: “Se ignora la época de la fundación de esta Villa, que en otro tiempo se llamó Aldea, sólo se sabe por tradición que la torre es obra de moros, de cuya época hay dos sepulcros… perteneció al señor Duque de Alburquerque, quien cobraba las alcabalas y un noveno del acerbo común de diezmos”[3]”. Estas sepulturas desconocemos cuáles son y lo que pasó con ellas, pero podrían coincidir en su génesis con las sepulturas encontradas y dañadas en la plaza, cuando se realizaron obras de canalización de aguas en los años 70. Actualmente, dentro del recinto exterior cercado, lo que serían las cercas primeras del pueblo, existen todavía las calles La Atalaya y Travesía de la Atalaya. Veamos a continuación, de forma resumida el proceso de construcción, con la base documental que tenemos y la estructura arquitectónica que se aprecia. [1] CASASECA CASASECA, Antonio: “Los Lanestosa:tres generaciones de canteros en Salamanca”. Centro de Estudios Salmantinos, CSIC. [2] MADOZ, Pascual: “Diccionario geográfico-estadístico histórico de españa y sus posesiones de Ultramar”, editado en Madrid entre los años 1845-1850. [3] Impuesto de la Cilla, una especie de IVA medieval de las mercancías que se vendían los domingos de mercado en la Plaza Mayor.

S. XIII

Como se ha visto por las Cortes de Burgos y Valladolid, las Arribes del Duero salmantinas, desde Mieza (Mieça) a Villarino (Villarino d’Armón Arias), pertenecían al infante D. Pedro de Molina y Aragón, quien lo cedió a su hijo D. Sancho Pérez de Paz , hasta el año 1313, en que reclamó el Concejo de Ledesma todas estas aldeas como suyas. Esta cesión tenía el carácter de mayorazgo hereditario, porque en las Cortes de Burgos de 1313, se pide por parte de los dos representantes del concejo de Ledesma, que no se cedan a su hijo D. Pedro. Por otra parte, la pertenencia hasta este momento de Aldea Dauila al Concejo de Ledesma no está clara, signo evidente de que la población venida con ánimo repoblador “oficial” no fue muy abundante, quizás porque la presencia mozárabe sí lo era, como veremos en el s.XVI. El solar de la plaza albergó la Torre, ya con las tres plantas inferiores como la contemplamos ahora, junto con el Convento, con las Caballerizas –que estarían situadas en el emplazamiento actual de la Calle Las Ánimas-,las Mazmorras- que nada impide pensar que no estuvieran donde está comprobado en el siglo XIX: en los bajos del Ayuntamiento actual, y el Aljibe –la base de la torre está recrecida en su interior-. Este aspecto militar se ve claramente en la torre, en el muro norte, que tiene unos espesores superiores a los dos metros; y a escuadra con la puerta occidental actual se tapió la puerta románica primitiva, que sin embargo quedó destacada en el interior. De aquella época se aprecia un labrado en el piso primero de una calidad distinta a los cuatro superiores. El alero entre la primera y segunda planta es el primitivo. De esta manera se aprecia que la torre también tenía diferentes plantas en su inicio, separadas por aleros, y unidas por una escalera de caracol típica de la Edad Media, y que se conservó íntegra. Todo recinto militar castelar de la época constaba de cuatro conjuntos distintos: torre o alcázar, convento , aljibe de agua y murallas. De los conjuntos últimos no vamos a tratar, porque necesitan de un estudio minucioso de los edificios circundantes de la plaza actual y de mínimas excavaciones, a partir de las evidencias de enterramientos descubiertos en los años 70.. Las dimensiones exteriores y planta del conjunto eran las mismas básicamente que las actuales, salvo el antecoro, las capillas laterales adosadas, la ampliación en los muros del retablo y la sacristía. La situación a mediados del s.XIII es la presentada en el plano adjunto. Destaca la regularidad de los muros de contrafuerte, existiendo cuatro dobles en el convento y uno sencillo en la torre, pero de idéntica estructura. Los contrafuertes de la iglesia sostenenían y sostienen aún hoy los pesados arcos de gravedad que sujetan la techumbre. Por encima de los arcos de techumbre se observa hoy en día muros de piedra hasta alcanzar la tangente del arco, que desde luego no eran los primitivos. De esta manera la techumbre primitiva del Convento no es la actual, sino que era de arco de ladrillo o madera. Los tres primeros contrafuertes de la iglesia, por su regularidad, están en su ubicación primera, y el último situado entre el retablo y la capilla de los Marqueses pudo haberse modificado, por ser su vano ligeramente superior. Veamos cara por cara, y coloreado en el plano del conjunto, lo que se conserva de la época de militarización del infante D. Pedro de Molina y Aragón:

  • Cara Norte: todo el gran muro defensivo, y el contrafuerte de la torre. Destacan la puerta cegada “de vasallaje” que daba acceso al exterior del recinto fortificado, la pila bautismal construida en granito de única pieza. Además de ellos otra pieza de gran valor restaurada recientemente por el párroco Don Javier..[1]Existe un tramo de alero sencillo que se conserva. Creemos que el arco exterior de dicha puerta es el reaprovechado en una de las dos piezas próximas a la sacristía actual. Dadas las dimensiones del muro y la orientación norte no disponía de ventanas en la planta baja, aunque sí en la primera, que es la actual.

La fachada Norte del Convento tenía los cuatro contrafuertes citados, que son de la misma dimensión, aunque el correspondiente al altar tiene mayor vano que los anteriores. Actualmente, por esta cara, sólo se aprecia un contrafuerte, debido a que los otros tres más al Este, han venido estupendamente para la capilla ejecutada en el s.XVI, y para la obra de la sacristía.

  • Cara Sur: es la que detenta mayor aspecto de aquella época, ver detalle de vista del cuerpo inferior de la torre. Los muros, de menor espesor, salvo el tramo Capilla de los Marqueses del Caballero-retablo de San Sebastián es básicamente de aquella época. Los contrafuertes dobles de la torre, la puerta de acceso a la escalera de caracol, así como las pequeñas ventanas rectangulares de defensa, y los dos soportes de varios balcnes amatacanados que se aprecian: uno en la cara sur, tres en la cara este de la sala capitular, y pudo haber otro en el muro-contrafuerte norte.

En el convento se distinguen más claramente los cuatro contrafuertes, aunque los dos primeros protegen la puerta de entrada, y los dos más al este sirvieron para la obra de la capilla de los Marqueses.Con relación al arco de la puerta principal: son de dicha época los dos contrafuertes que protegen ambos lados de ésta, y una ventana románica de pequeñas dimensiones a la derecha de ésta. Es de destacar la base de ambas columnas de la puerta monumental que son muy primitivas, y las inscripciones estrelladas hacia el interior en ambas columnas. Sin duda, ambas columnas ya se realizaron de época muy antigua, siendo sustituidos los fustes en el siglo XV ó XVI. Se aprecian las dos roturas de unión entre los muros de carga y los muros de la ampliación de la Capilla de los Marqueses, que es preciso añadir no se realizó con mucha fortuna. Esto es debido, a que los contrafuertes de carga, no se podían desmontar en parte.

  • Cara Este: en la torre, en esta cara, sobresalen los restos de la balconada medieval, dos grandes pilares sujetos al muro, y con el rebaje de balcón. Dos ventanales no practicados, y varios huecos cegados de la estructura compleja del balcón, que sólo he logrado “reconstruir” en parte.

Ya hemos dicho que la planta tercera de la Torre era la Sala Capitular, donde residía la figura militar o Alcayde. Llama la atención que el valor defensivo en esta planta capitular no se diera al resto de caras (practicadas con ventanas cuadradas sencillas), sino precisamente en esta cara Este, la que mira a Corporario (Daríos) y al camino viejo de Ledesma (L5), dicho de otra manera, esperaban al enemigo, no que viniera de Portugal, sino del Camino de Ledesma- esto nos aporta una datación anterior a 1313-.

  • Interior: De las cuatro grandes bóvedas de arco que sostienen la techumbre, creemos que tres de ellas podrían corresponder en su ubicación original, pero en todas ellas, después de las caídas de techumbre y reconstrucciones subsiguientes se ha mantenido el criterio inicial. Están soportadas cómodamente en ambas caras en cuatro contrafuertes de similares características. Ninguno de los 5 contrafuertes que hemos descrito tiene embellecimiento alguno, siendo de un claro estilo castelar, lo que nos lleva a la primitiva función del Convento.
  • Torre:

La estructura es la original, también las dimensiones y la escalera de caracol. La primera planta, salvo la puerta nueva del s.XVI, se mantuvo intacta. Se cambiaron los desagües monumentales, sitos en los vértices. La segunda planta, se cambió únicamente la parte superior, su alero y se reconstruyó el contrafuerte, añadiéndole uno a mayores por la cara sur. La planta tercera mantuvo sus características y dimensiones, así como sus elementos, y para quitar su apariencia castellar se desmontaron todas las balconadas y se cegó en gran medida los amplios ventanales al Este. También se desmontó la techumbre original de la sala capitular, pero se aprecian 4 restos de la sillería original de la balconada perimetral. En las calles del pueblo se aprecian varias sillerías sin ornamento reutilizadas en balconadas, que copian del modelo original de la torre. Dadas las dimensiones de los muros en este punto, la torre, en el s. XIII no terminaba ahí, tenía un cuerpo superior, aunque con un perímetro inferior al actual. [1] Por su gran valor histórico, se prefiere no aportar el detalle.Se agradece a Don Javier su excelente trabajo , demostrado en esta restauración y mimo con que cuida de las piezas históricas.

S.XIV

Esta época destaca por la pertenencia plena al concejo de Ledesma, y una crisis económica muy fuerte debido a las continuas luchas, guerras y a varios episodios de “peste negra” que asolaron toda Europa. Es de suponer que en este siglo el concejo ledesmino no aportó valor defensivo ni económico a este alcázar. La propia villa de Ledesma no es ajena a este momento de crisis, y pierde hacia la mitad de siglo la representación directa en las Cortes del reino, a las que desde entonces sólo acuden representantes del Concejo de Salamanca. El culto eclesiástico disfruta de un mayor protagonismo, y autoafirmación católica. Sucesos de 1391 contra los judíos y primera persecución de éstos. En el Curato de Aldeadávila se mantienen dos lugares: la propia Aldeadávila, y Alcornocal, y en el de Corporario otros dos lugares:la cabecera y Quadrilleros. Creemos, que salvo algún embellecimiento de ornamentos, o de retablos, que en su mayor parte se han perdido, no se realizaron mayores obras. La advocación continuaría siendo a la vieja talla de madera de “Nuestra Señora del Castillo”. En anexo, se pueden ver dos planos-croquis de diversos elementos medievales de la fortificación dispersos por las calles de Aldeadávila. Detacan 4 canalizaciones de desagüe de aguas, creemos que del s.XIII por su tosquedad, y que fueron sustituidos durante la gran reforma del s.XVI, para dar monumentalidad a la torre. En la iglesia actual también se han reutilizado elementos constructivos medievales. Las almenas, una de cada tipo: con bola y sin bola, se han reutilizado en el pórtico que corona la balconada, como si el artista hubiese querido mantener de alguna manera estos elementos.

S.XV

El primer cuarto de siglo destaca por la continua rebeldía de los Señores de Ledesma, los infantes de Aragón, hijos del rey aragonés Fernando I, quienes lograron acastillarse en la parte occidental de Salamanca y Extremadura, hasta que Don Pedro de Aragón fue detenido por las tropas de Juan II de Castilla en 1429, momento en que devuelven al monarca todos sus señoríos y fortalezas. Poco después, volvió a repetirse la historia, esta vez con la rebeldía del infante Don Enrique, maestre de Santiago, hasta que en una Real célula, dictada en Olmedo el 20 de mayo de 1445, el monarca Juan II manda a su valido “Don Álvaro de Luna que recobre la villa de Ledesma, con su alcazar y fortaleza, y lo demás a ella perteneciente”. Esta comarca cobra uno de sus últimos momentos de significación defensiva y militar .

De esta época son sin duda alguna, los elementos arquitectónicos más bellos y mejor labrados, pertenecientes al gótico tardío o gótico flamígero, llamado así porque los arcos se adornan bellamente con configuraciones en punta que apuntan al cielo, como las “flamas”.

La cara Este de la torre era la más noble, por donde se accedía intramuros a la residencia del noble o caballero siempre que visitaba el castillo. Este aspecto queda identificado por la vistosa balconada, acompañada de dos grandiosos ventanales, y por la orientación del doble coro y los vistosos arcos ojival y carpanel plano que los une, y que extrañamente han pasado desapercibidos. Estos arcos góticos se apoyan sobre dos columnas de interior también exquisitamente labradas. El techo de ambos coros, es semejante al de otras iglesias como las de Vitigudino y Vilvestre, también de bella factura, sobre todo la última. Gómez Moreno tuvo ocasión de recorrer y estudiar gran parte de los monumentos salmantinos, y nos dejó escrito en su trabajo: “Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca” en 1967: “La torre de Vilvestre es de sillería grande y buena; coro en alto, abierto al interior, como en Aldeadávila y tantas otras, sobre bóveda escarzana de crucería y cubierto por otra acintrel redondo; por fuera una portada de arco, y columnas lisas semijónicas, entabladas…” La torre de Vilvestre ha sido datada a finales del s.XV por algunos autores: “Su iglesia, muy reformada, conserva una torre de finales del siglo XV, muy normal en la zona, y la nave y capilla mayor de Pedro de Lanestosa”.[1] La poblaciones más importantes de la comarca, después de Ledesma eran Vilvestre, Vitigudino y Aldeadávila con una población cercana a los 300 vecinos. Es de suponer que el “maestro de traças” de Vilvestre y Aldeadávila fuera el mismo. Con relación a elementos del alcázar que se han conservado citamos las troneras del castillo, y la pila bautismal originales. Las troneras, pensamos que se añadieron cuatro en el cuerpo superior de la torre, en este siglo, y se reutilizó una de ellas en el púlpito de la iglesia. Su capacidad era para una única persona o guerrero puesto de pies. Con relación a la sillería de las balconadas del antiguo castillo, es más difícil de determinar el tipo, y pensamos que el más abundante y mejor labrado que usa en las balconadas antiguas del pueblo, pudiera ser como el que existía en el castillo. Lo que sí se observa por las calles viejas de la villa, es que abundan mucho más este tipo de balconadas, que en otras localidades del entorno, y que en algún caso, incluso se observan dobles, para separar aún más el balcón de la fachada, a pesar de su enorme peso, lo que no tiene mucho sentido, e indica una reutilización de material. De esta época data la unión de la Torre con la Iglesia, así como los dos arcos de los coros. También se realizó la puerta y escaleras actuales para ascenso al coro superior. La puerta románica antigua de la torre, por su cara norte se conservó abierta. La datación de estas obras de unión con la iglesia, se pueden fechar por tanto, a partir de 1431, y serían coetáneas con las primeras obras de Vilvestre. La función fue por tanto, eclesial o parroquial a partir de esta fecha, y con un maestro de obras de renombre.

S.XVI

El siglo comienza en Aldeadávila con una gran población: aproximadamente 300 vecinos pecheros, y un beneficiado el Licenciado de la Torre, con grandes recomendaciones en la Corte del Rey Fernando que se encuentra en aquellos años en Salamanca. Además de las cabezas de vecindario está el estamento eclesiástico, muy abundante, y el de fijosdalgo, que no lo fue tanto, a tenor de la no existencia de capellanías, ni fundaciones eclesiásticas. Existen familias con gran poder económico como la del Bachiller Francisco Bravo con grandes propiedades en el molino de la Revilla. Los beneficiados son designados por el Arcediano de Ledesma, y todo parece indicar que las relaciones del término de Aldea de Ávila con la villa de Ledesma no son óptimas, ni en el orden eclesiástico, ni en el concejil: la designación de la roda de Villarino y la de Mazuecos, con población inferior, así lo sugieren. Las poblaciones de Vitigudino, Vilvestre, Yecla de Yeltes y Palacios del Arzobispo, pertenecen en el s.XV al Arzobispado de Santiago de Compostela, lo que hace que en el s.XVI tengan ya la categoría de villa, y que en las dos primeras décadas del s.XVI el Obispado de Salamanca mantenga pleito contra el Arzobispado por su posesión. Antes de 1523 el papa Clemente VII resuelve a favor del Obispado salmantino, lo que va a favorecer la llegada a estas poblaciones de maestros de obras, artistas de retablos y orfebres que trabajan en la órbita del obispado. Estas iglesias parroquiales, por así decirlo se vieron favorecidas por el Obispo de Salamanca, y realizaron la obra en las iglesias antes que la de Aldeadávila, es decir, en la primera mitad del siglo XVI, así se desprende de los datos sobre: torres, iglesias, bóvedas en las capillas, retablos, dorado de los retablos, sacristías, custodias, cruces de plata y otros ornamentos. Aldeadávila, a pesar de su interés por realzar la torre e iglesia ya existentes, y su gran población, superior a todas las poblaciones del contorno, a excepción de Vilvestre y Vitigudino-algo superiores- tendría serias dificultades en conseguir que el afamado Pedro de Lanestosa, llamado “el viejo” viniera a realizar “las traças”, y mucho menos a realizar parte de la obra. Las grandes similitudes exteriores en la parte superior de las torres de Aldeadávila y de Vitigudino, hasta incluso en la balconada y las gárgolas, parece demostrar que “Lanestosa el viejo”, aprovechó las trazas de Vitigudino, en la obra de Aldeadávila. En Vilvestre, la obra es distinta: villa más poblada entonces que Aldeadávila y que Vitigudino, la obra se centró más en la Iglesia, mientras que en Vitigudino se centró en la Torre, reformándose ésta entre los años 1542 a 1588. “Lanestosa el viejo” muere en 1559, y a partir de dicha fecha continúa su obra “Lanestosa el mozo”. Aldeadávila, una vez obtenidas las traças de Lanestosa el viejo, debió de tener serias dificultades para realizar la reforma, por lo que hubo de contratar al portugués Antonio de Govea, y a su suegro, de los que no se dispone información de otras obras, debieron de ser en suma, no maestros de cantería, sino canteros, y ayudado por canteros locales de Aldeadávila y de la comarca. El Concilio de Trento (1545-1563) impone, con la finalidad de la supuesta “limpieza de sangre” la obligación parroquial de registrar los bautizos y datos familiares en libros parroquiales, así Aldeadávila comienza dicho registro en 1551, Vitigudino en 1552, Villarino en 1559 y Masueco en 1595. Entre los años 1551 y 1574 la pila en la que se realizaban los bautismos estaba situada en la iglesia, porque se cita en 1574[2]: “Fco. y fue el primero que se bautizó después que se puso la pila en la torre que fue en veinte y tres de diciembre del año 1574”. Esta sería la fecha de finalización de todas las obras iniciadas en el siglo anterior, dicho de otra manera, de paso de la función militar anterior de la Torre a eclesial. La obra de la puerta monumental de la Torre en su cara Oeste se realizaría, aproximadamente entre 1550 y 1574 .Los canteros serían Pedro Martín y Antonio Govea de Torre de Moncorvo, una vez fallecido el primero. Una vez acondicionada la obra en su parte exterior y realizado el techado del antecoro, que era la primera prioridad, se trabaja en la fachada Oeste y en la fachada Este de la Torre, tratando de retirar, al máximo las muestras de arte militar, y dándole un cierto embellecimiento eclesial a la torre. El tipo de obra que vamos a describir ahora, era muy común en la zona, y se aprecia en la “obra gemela de Vitigudino”, en Pereña, etc. Así, la puerta occidental de Aldeadávila, con la ventana, las bellas columnas jónicas “entablilladas” y el nicho para una escultura, que no se instaló, pertenecen a esta época, y recuerdan claramente a las obras de Vitigudino y Pereña. Esta última, lamentablemente, se deslució posteriormente, con la incorporación de un tejado. La obra del siglo XVI termina ampliando los muros de la iglesia por su cara oriental, para poder colocar los retablos. Primeramente en forma rectangular. [1] Jesús Mª Parrado del Olmo y Amalio Fernández: “Castilla y León”. Editorial: Ediciones Lancia, León 1990. ISBN: 8486205522. [2] MATA MARTÍN, Luis: “Obras completas”, p.51. ISBN 978-84-95195-88-3. Editorial Librería Cervantes.

S.XVII

La época conoce un nuevo cambio señorial, haciendo que la tranquilidad y uniformidad de petenecer todas las aldeas al Condado de Ledesma se pierda. Se pasa a depender a principios de siglo de una familia de fijosdalgo de Villarino, y hacia 1624 de uno de los exploradores de Perú: Martín Ledesma Valderrama.

Entre 1604 y 1610, el Visitador del Obispado señala que las dos últimas plantas de la Torre, no tienen escalera de acceso adecuada para subir, y que la iglesia no tiene retablo mayor todavía. Una de las funciones de dicha visita general a todas las iglesias y ermitas del Obispado era aprobar y ordenar las obras más urgentes, que estaban paralizadas por orden del Obispo. En el Libro de Fábrica I[1], consta que en 1610 se había realizado una reparación de dicho “enmaderamiento” y se aprovechó para “enejar” la torre. En el mismo año se habla de los costes de realización de un nuevo retablo: Retablo de la Vigen del Rosario, que lo realizó el entallador Andrés Duriarte: así como los gastos por traerlo y asentarlo. En 1618, después de la investigación documental de Eusebio Fernández[2], se sabe que la obra del Retablo Mayor se terminó de pagar a María de Benavides, viuda del tallador D. Diego de Salcedo. Por tanto, es fácil deducir que la visita del prelado a Aldeadávila debió de realizarse más cerca de 1605, que de 1610, y que con las instrucciones de autorización de obras que éste dió, se pudieron continuar las obras: primero se amplió la fachada oriental de la Iglesia en forma de punta de lanza, antes de 1617, y poco después se coloca el retablo mayor de la iglesia, con sus bellas columnas barrocas, y sin dorar, ni pintar. En todo caso, el retablo debió de terminarse antes de 1610. De esta época dataría el cambio de advocación de Nuestra Señora del Castillo por El Salvador. La capilla lateral adosada a la cara norte, una vez traspasado el antecoro, es también de esta época, y su construcción, como opina Luis Mata[3] se realizó entre 1604 y 1610, una vez fallecido el beneficiario D. Francisco Suárez. De esta época dataría el cegado de la anterior puerta románica que se puede observar por el exterior de la cara norte. No obstante, una vez realizada la obra civil principal de esta capilla que mandó hacer, y pagó el citado Beneficiario, no quedó con “el ornato debido”, ni retablo ni altar. Ya corría el año de 1618, ocho años después del fallecimiento del cura Francisco Suárez. Durante la realización de las obras de esta capilla se ciegan tres puertas románicas: dos en la Torre, y la primitiva puerta del Convento, que se puede apreciar hoy en día. Se demuele también un muro primitivo, en concreto el situado entre los contrafuertes CN-3 y CN-4. También podría estarse desmontando de una manera importante lod muros de la muralla interior, en concreto los del Este, próximos a la puerta de la Cilla. El chapitel se ordena realizar en Setiembre de 1617, y es un remate sencillo de ladrillo y mortero. Hay que indicar que esta forma de terminar la torre es característica de iglesias similares de la Sierra de Gata, y portuguesas, y en algún caso como la iglesia parroquial de Hoyos en Cáceres, llegó a estar embellecida con azulejos de la fábrica de Toledo. Por otra parte, se comprueba en la figura de la Virgen que sostiene un castillo con dos estructuras distintas, y cerrado en su parte posterior con este mismo chapitel. Las obras de realizar las escaleras con madera de las dos últimas plantas serían también de estos años, y necesariamente anteriores a la obra del chapitel. En 1621, se remata la coronación de la veleta de la torre (tijirinas).[4] En 1653, debido a la guerra de independencia de Portugal, el ejército portugés invade desde Lumbrales, el sur de las Arribes. Los habitantes de Aldeadávila trazan planes para defenderse en la torre en caso de necesidad, lo que indica el valor de defensa militar que los habitantes del pueblo concedían a la Torre todavía entonces. Pensamos que el recuerdo de su estructura y uso como castillo continuaba vivo entonces. En 1671 se manda hacer la “custodia viril”.[5] En 1679 se dora y pinta el retablo mayor. [6] En el año 1684 se recauda dinero para dorar el retablo menor de San Miguel.

S.XVIII

Este siglo conoce, una vez terminado el cuerpo de la iglesia y de la torre, el embellecimiento o construcción de edificios o capillas añadidas a dicha estructura principal. Luis Mata Martín nos informa en su libro que “las PASCUALEJAS y las campanillas de tocar a entrar a misa fueron hechas entre los años 1730-1731…” La capilla lateral del “beneficiado Francisco Suárez”, fue modificada con limosnas de los fieles. Creemos que se refiere al arco de medio punto de su entrada. Figura la fecha en arco azulejado: 1732, “siendo Beneficiario Antonio Siguero”. Por aquellos años también debió de construirse la Sacristía actual, que sobresale notablemente del cuerpo principal de la Iglesia. La obra de la capilla lateral situada a mano derecha del altar se realizó en el año 1771, por orden del visitador del Obispo , D. Joseph Caballero, sobrino del I Marqués del Caballero. Hace los donativos éste, y la realizan su familiares Antonio Caballero y Antonio Martín Berrera. La obra es de cantería en la parte exterior, no bien unida con la facha existente, y denota el mismo estilo arquitectónico neoclasicista que el propio Palacio del Marqués del Caballero,siendo por lo tanto esta capilla posterior a la construcción del Palacio. En la parte interior de la iglesia, se realiza un arco, y desde éste hasta el techo se instala pedrería sencilla, sin labrar. Parte de la cantería de esta capilla procede del tramo de muro desmontado. Eusebio Fernández entresaca de los archivos parroquiales, que en 1780 se realiza “nuevo Retablo Mayor”: entendemos se trata de parte del retablo o del retablo de La Virgen del Rosario, inmediato a la Sacristía. Por último, reseñar que en 1794, Lesmes Gavitán vuelve a abrir la vieja puerta de acceso a la torre, que había sido tapiada en el s.XVI. El motivo de reabrir dicha puerta está en el mandamiento de 1794: “Que se limpie en la manera posible y asee todo el coro, viendo si se puede precaver del feto intolerable que le viene por las escaleras que van a la torre condenando la puerta que sube al coro, y abriendo otra por la parte exterior de dicha torre que tenga comunicación hasta las campanas, para cuyo efecto se valdrá el beneficiado de maestro inteligente que reconozca el sitio y ver si es asequible”. En definitiva, debían existir protestas por la falta de limpieza del coro, y el olor era insoportable al subir a tocar las campanas por la puerta que une el coro con la iglesia. No parece que se cegara dicha puerta, pero si se “reabrió” la del exterior de la torre, que por lo demás, está presente también en las torres de Masueco, Pereña y Vitigudino. Conclusiones La estructura funcional y arquitectónica de la Torre y de la Iglesia son muy distintas, abarcando la obra que hoy contemplamos desde el s.XIII, por lo menos, hasta el s.XIX. Los estilos arquitectónicos preponderantes son el castelar del s.XIII en la Torre, con varios añadidos del gótico tardío, y el románico tardío en la iglesia. La Torre tenía ya en el siglo XIII un aspecto muy similar al actual, incluída la altura, aunque las dos plantas superiores eran de menor dimensión.

Referencias

Leyendas árabes de las Arribes , Romancero medieval de las Arribes, El Toro de Aldeadávila, Picón de Felipe, El habla de la Rivera

[1] MATA MARTÍN, Luis: “Historia de Aldeadávila de la Ribera”, p. 53.

[2] “Documentación para la historia de Aldeadávila de la Ribera

[3] MATA MARTÍN, Luis: “Historia de Aldeadávila de la Ribera”, p. 54.

[4] Eusebio Fernández, idem, en su labor de investigación.

Bibliografía

Otras fuentes de información