Barrio de los Caídos
Cuando los franceses que ocupaban Salamanca vieron, en 1810, la posibilidad de que el ejército aliado, mandado por Lord Wellington llegase a Salamanca empezaron a construir defensas y fortines, de los que Salamanca carecía, y para ello derruyeron una serie de edificios históricos para aprovechar los materiales o para liberar espacio en las inmediaciones de los fortines, de modo que el enemigo no encontrase abrigo.
Las obras de fortificación duraron unos dos años, hasta la batalla de los Arapiles, en 1812, y desaparecieron edificios, industrias y calles enteras, de las que no queda ni el recuerdo, en total un 7% de los edificios de la ciudad. Entre los edificios más notables se cuentan los conventos de San Vicente (maravilla del Románico), o el de San Agustín, los Colegios de Oviedo y de Cuenca, los de San Salvador, de San Pedro y San Pablo, el del Rey, el Trilingüe, el de la Magdalena, el de Santa María, el de San Pelayo, el de Guadalupe y el de San Patricio; aparte de varias iglesias y muchos palacios. Algunos de los edificios fueron destruidos por la artillería del ejército aliado durante el asedio previo a la batalla, que finalmente se dió fuera de la ciudad.
El barrio universitario, que albergaba estos edificios destruidos se conoció desde entonces por los Caídos (=derruidos)
Con los materiales que quedaron dispersos y los que pudieron obtener de los fortines, se construyeron casas y el barrio de los Caídos se convirtió en el Barrio Chino.
Actualmente esta siendo objeto de una importante remodelación.