Historia de la Universidad de Salamanca
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Edad Media
El origen oficial de la universidad data de 1218 cuando Alfonso IX de León eleva a Estudio General del Reino, las Escuelas de la Catedral. Su intención era que los leoneses no tuvieran que ir a estudiar al Reino de Castilla en el Estudio General de Palencia. En estos años hay once cátedras especializadas en: Derecho canónico, Civil, Medicina, Lógica, Gramática y Música, es ya un Estudio General. Por entonces los maestros salmantinos tradujeron del árabe las obras escritas por Avicena y Averroes, siendo la primera Universidad de Europa en implantar la enseñanza de la medicina, saber que extendieron al resto de Europa. Entre las investigaciones que se hicieron con ocasión de la celebración del VII Centenario, se encontró el hemiciclo destinado al estudio de anatomía por disección de cadáveres (lo cual estaba prohibido formalmente, en aquélla época, por la Iglesia, aunque autorizado por la diócesis, titular de la Universidad) más antiguo de la Europa cristiana, del siglo XIII, ubicado en un convento de monjas, las cuales, al enterarse de la prohibición de aquéllos tiempos, lo hicieron destruir inmediatamente, sin esperar los permisos oficiales pertinentes.
Con la unificación de los dos reinos, bajo Fernando III, el Estudio palentino languidece ante el prestigio que va cobrando el salmanticense y su sucesor, Alfonso X el Sabio otorga, mediante Real Cédula de 8 de mayo de 1254, al de Salamanca el título de Universidad, da una normativa, la dota de rentas y crea el cargo de bibliotecario, siendo la primera universidad de Europa que toma este nombre y que contaba con biblioteca pública. Según esta normativa se establecen once cátedras: derecho canónico, civil, medicina, lógica-filosofía, gramática y música, sufragadas con cierta asignación de tercias reales sobre el diezmo eclesiástico. Se considera su carta magna constitucional. En estas disposiciones se creaba el cargo de estacionario de la biblioteca, siendo también el primer Estudio o Universidad de Europa en tener uno pagado por la institución.
El 22 de septiembre de 1255 el papa Alejandro IV concede validez universal a los grados otorgados por Salamanca, y la licencia ubique docendi y el 15 de julio le concede sello propio.
En 1313 Clemente V concede a la Universidad una parte de las rentas de la Diócesis de Salamanca para que la Universidad pueda hacer frente a los gastos, en 1416, Bendicto XIII (último papa de Aviñón, considerado Antipapa), ampliará estas rentas. Este pontífice será también uno de los encargados de plasmar la organización definitiva de la universidad la cual se va perfilando mediante las bulas papales de Benedicto XIII en 1381 y 1411 y sobre todo otra de su sucesor Martín V, del 20 de febrero de 1422, como no podía ser de otro modo, pues había que legalizar los actos de Benedicto XIII, ya que Martín V acabó con el Cisma de Occidente, volvió la sede papal a Roma, sucediendo y declarando antipapa a su antecesor. La bula de Martín V se inspiraba en la Benedicto XIII para regular entre otros cargos y órganos académicos, grados, conducta, costumbres e indumentaria de los estudiantes... Esta organización estará vigente casi hasta el Siglo XIX.
Las clases se impartían en dependencias catedralicias y diversos locales dispersos hasta la construcción de edificios propios. La construcción del edificio de Escuelas Mayores se comenzó en 1411, pero el primer edificio expresamente dedicado a la enseñanza de la Universidad es el Colegio Mayor de San Bartolomé o Colegio Viejo (1401), puesto que también se imparten clases en los Colegios. Poco más tarde (1411) se empieza a construir el primer edificio propio, el de las Escuelas Mayores. Hasta un siglo después no se fundarán nuevos colegios, pero acabaron siendo una parte importante de la Universidad; en sus locales se impartían clases a los colegiales, que luego debían examinarse de los diversos grados en la Universidad, y sus colegiales presumirían orgullosos durante su vida de haber estudiado en los de más prestigio.
El método pedagógico consistía en: lectiones, repetitiones y disputationes, es decir, se enseñaban cuestiones, se hacían comentarios analíticos sobre textos ya conocidos y se discutía sobre ellos. Las clases se daban en latín, al igual que en el resto de las universidades, pues usando el latín como lengua franca de la cultura, se facilitaba la movilidad en el mundo universitario.
Los estudiantes obtenían primero el grado menor o de Bachiller estudiando en las Escuelas o en los Colegios Menores y, si seguían los estudios, luego el de Licenciado y más tarde el de Doctor, estudiando en las Escuelas o Colegios Mayores. El grado de Bachiller capacitaba para ejercer una profesión (los bachilleres de entonces serían equivalentes a los diplomados de ahora), el de licenciado permitía ejercer la docencia y el de doctor era, sobre todo, honorífico. Los grados mayores se conseguían tras examinarse el aspirante en la Capilla de Santa Bárbara de la Catedral Vieja.
El doctorando velaba los libros durante una noche en dicha Capilla (y de ahí el dicho "estar en capilla", aunque luego se aplicó a los condenados a muerte), en el claustro de la catedral vieja, preparando su defensa, y a la mañana siguiente entraba el tribunal que se sentaba en los bancos de alrededor y discutía durante horas, punto a punto, la tesis del doctorando. Obtenido el doctorado, empezaba la celebración. El doctorando regalaba unos pastelillos especiales (pasteles del doctorado) a los miembros del tribunal y sus compañeros pintaban un Vítor, como el de la figura, en cualquier pared en la que encontrasen un hueco (del mismo modo que ahora se pintan los grafitti), a veces de tamaño descomunal. Cuando el doctorado era de ciencias, el pigmento utilizado era sangre de toro, cuando era de letras, pigmentos vegetales, pero siempre de color encarnado. Por el contrario, si el examinando no obtenía el aprobado, salía por la Puerta de los Carros. La costumbre estuvo vigente hasta que en 1857 (por la ley Moyano) la Universidad perdió la facultad de otorgar títulos de doctor.
Edad Moderna
El 15 de octubre de 1561 con motivo de la visita de Diego de Covarrubias se aprueba una reforma parcial de los Estatutos de la Universidad, basados en pequeñas reformas previas de 1538 y 1551 motivadas por las visitas de Juan de Córdoba y de Diego Enríquez de Almansa. Esta reforma se dirigia a pequeñas modificaciones del plan de estudios. En esta ocasión el papado es ajeno a la reforma siendo aprobada por el monarca. Este plan sería de nuevo reformado el 29 de octubre de 1594 con motivo de la visita de Juan de Zúñiga.
La Universidad vivió su época de esplendor, su Siglo de Oro, durante el siglo XVI y primera mitad del XVII como la describía una Real Cédula del siglo XVII, como la primera de los reinos. llegando a ser la principal universidad de Europa. Coincidiendo con el Siglo de Oro español, Salamanca vive el auge cultural del resto del país, y no sólamente en el ámbito del arte, sino en el de la Ciencia, lo que se manifiesta especialmente en lo que se ha dado en llamar la Escuela de Salamanca, en la que los profesores de la Universidad desarrollaron un conjunto de ideas nuevas en Teología, pero que alcanzaron a los Derechos Humanos, la formulación de las bases del Derecho de gentes o Internacional, e incluso a la Economía, con ideas absolutamente precursoras de la actual ciencia económica, sin despreciar un desarrollo poco común de las Bellas Artes. En el curso 1584/1585 llegó a tener matriculados 6.778 estudiantes.
Por entonces la universidad contaba con 56 cátedras, 30 de las cuales eran de carácter temporal. Estas cátedras se obtenían por votación del claustro, en el que participaban activamente los estudiantes.
A partir del 11 de diciembre de 1641 las cátedras pasan a ser asignadas por el Consejo de Castilla, en lugar de las votaciones de los estudiantes. La consecuencia de este cambio fue que algunas de las plazas se asignaban en función de los contactos que tuviera el aspirante y no de su mérito académico. Esta situación provocó de forma paulatina una degradación de la capacidad del profesorado.
- Se cuenta que en una biografía aparece la siguiente frase: ... designado por sus superiores para el puesto de ... lo ganó en reñida oposición.
Con esta tendencia la Universidad de Salamanca se va haciendo también más oligárquica poniendo fin a las posibilidades de ascensión social que había ido significando hasta entonces favoreciendo la endogamia del personal al servicio de la Universidad.
En el siglo XVII, el Claustro de la Universidad tiene como principal preocupación es la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, jurando defenderla todos los estudiantes y profesores (con esta medida se adelanta a Carlos III quien en 1769 se ocupa de proclamarla, mucho antes de que el papa sancione la situación en el Siglo XIX). Estos hechos se enmarcan en la polemica de la Inmaculada Concepción.
Por estos años el número de estudiantes se había reducido a unos 2000; la decadencia había comenzado.
Siglo XVIII
Durante la última mitad del siglo XVII y los dos primeros tercios del XVIII la Universidad vive una acusada decadencia, abandonada por lo poderes públicos. Quizá pueda servir de ejemplo un personaje pintoresco como Diego de Torres Villarroel, que retrata (puede que sesgadamente, a su favor) la desastrosa situación de su época, a la que, no hay que negarlo, contribuyó él mismo, pues siendo profesor de Matemáticas, ganaba buenos dineros con una actividad tan poco científica como editar un Almanaque en el que se dedicaba a hacer profecías.
En este siglo, las universidades viven diversas reformas. En época de Carlos III, la real provisión del 3 de agosto de 1771 se encargará de legislar al respecto. El Consejo Real buscaba acabar con los vicios en la obtención de cátedras, existentes al amparo de la autonomía universitaria, también se reforzó el cargo de rector con mandatos de dos años, limitando el cargo a graduados mayores. Probablemente José Luis Munárriz fue el último estudiante que alcanzó el cargo de rector, entre 1771 y 1772. También se realizaron cambios en los enfoques de las materias y se introducen nuevas: introducción de derecho real, de materias conciliares y colecciones canónicas antiguas, en los cursos de la licenciatura de Cánones, aspectos bíblicos, de la aritmética, geometría, álgebra y física experimental en Artes/Filosofía.
Esta legislación buscaba organizar y uniformar el funcionamiento de las distintas universidades, debido a que cada una se organizaba de forma distinta. La reforma se aplicó a pesar se la resistencia de las universidades de todo el país, siendo la universidad de Salamanca la que mayor resistencia ofreció, basándose en su vieja historia. Otras disposiciones buscaron reformar el papel de los colegios como grupos de poder dentro de la Universidad y la administración del estado, pero este intento fracasó y los colegios desaparecieron en la práctica a finales del siglo.
Sin embargo, por esos mismos años, aunque ha tendido a olvidarse, la Universidad de Salamanca constituyó uno de los principales focos de la Ilustración española. En torno a Ramón de Salas y Cortés -profesor de filosofía moral y jurídica- y al profesor de derecho e ilustre poeta Meléndez Valdés, se congregaron personajes notables como el matemático y filósofo Miguel Martel, el bibliotecario de la universidad, traductor, sistematizador y difusor en España del pensamiento de Jeremy Bentham, Toribio Núñez Sessé, el matemático y polemista Juan Justo García, cuyo texto Elementos de Aritmética, Álgebra y Geometría (1782) fué el primer tratado de Matemáticas modernas editado en España, o los poetas y políticos Juan Nicasio Gallego y Manuel José Quintana. Y de este grupo surge un proyecto de reforma Universitaria, contestando al 1771, que acabó imponiéndose en las demas universidades de España bastante tiempo después: en medicina se concretó en el Plan de 1804. Este plan se trasladaba al Plan Caballero de 1807, primer plan impuesto a todas las universidades desde la de Salamanca.
Por entonces la facultad de Filosofía, era una facultad menor, sobre todo frente a la Teología, facultad mayor junto con las de Leyes, Cánones y Medicina, por lo que el grupo se propuso la creación de la Academia de Filosofía para cambiar esta situación. Dentro de este contexto florece también la llamada Escuela Poética Salmantina a la que pertenecieron una parte de los nombrados más arriba.
Muchos de los estudiantes, profesores e intelectuales vinculados a este círculo ilustrado desempeñaron, como por ejemplo Diego Muñoz Torrero, un papel fundamental en las Cortes de Cádiz, la elaboración de la primera constitución española, la de 1812, el desarrollo del liberalismo y el pensamiento progresista en España y la introducción de las entonces emergentes ciencias sociales. No fueron ajenos a este renacer algunos prelados de Salamanca, como Beltrán o Tavira (éste, además catedrático de la Universidad), ambos de ideas ilustradas.
Edad Contemporánea
El 5 de julio de 1807 se aprueba el plan de estudios de Caballero el cual pretendía remodelar la organización de las universidades. El plan buscaba reforzar al rector y concentrar poderes en los claustros de catedráticos. La Guerra de Independencia truncó esta reforma.
El reinado de Fernando VII y la restauración del absolutismo, salvo el breve trienio liberal de 1820 a 1823, condujo a la frustración de este renovador y prolongado movimiento intelectual, que fue la ilustración; muchos de los Ilustrados fueron apartados de sus puestos en la Universidad y algunos hubieron de partir al exilio. La decandencia se agudizó con el cierre de las Universidades en la Década Ominosa.
Y para empeorar la cuestión, durante la Guerra de Independencia, se había derribado gran parte del barrio universitario (zona que pasó a ser conocida como barrio de los Caídos), con la pérdida, en gran parte para siempre, de los mejores fondos bibliográficos de los Colegios desaparecidos.
Al reabrirse las Universidades, el prestigio de la de Salamanca decae, con un menor número de alumnos ante la competencia de otras universidades como Alcalá, Zaragoza, Valencia o Valladolid. En 1837, la reforma de Mendizabal supone la perdida de la principal fuente de financiación de la universidad, las rentas eclesiásticas. A partir de este momento la universidad deberá financiarse con las asignaciones del estado y las matrículas de los alumnos. A pesar de lo cual Salamanca impone su reforma universitaria y hacia 1840 intenta reabrir el Colegio Mayor de San Bartolomé como un efímero Colegio Científico.
Las reformas universitarias de 1845 y 1857 tampoco beneficiaron a la Universidad de Salamanca, que perdió la capacidad de otorgar títulos de doctor y queda relegada a ser una universidad de provincias, con unos pocos de cientos de estudiantes, integrada en la reforma centralista del gobierno. La decadencia continua con la supresión de la facultad de teología, esta había diso ordenada el 21 de mayo de 1852, pero no sería hasta la revolución Gloriosa en 1868 cuando se realizó.
La Universidad comienza una lenta recuperación, al ser nombrado rector Mamés Esperabé (1869-1900), empieza a tomar medidas que permitirán un posterior despertar de la Universidad.
Esperabé encontró una universidad con pocos alumnos, reducida a las facultades de Derecho, Filosofía y Letras y Medicina, que había perdido los estudios de teología en 1868 y muchas de las rentas de sus propiedades. Esperabé hace lo que estaba en sus manos para mejorar esta situación.
Siglo XX
Primer tercio
A finales del siglo XIX Miguel de Unamuno gana la cátedra de griego de la Universidad de Salamanca y sustituye al rector Esperabé cuando éste se jubila, al cumplir 70 años, en 1900. Unamuno sería rector hasta 1914, y de nuevo ostentaría el cargo de 1931 a 1936. La figura de don Miguel, polemista y culto, reaviva la vida intelectual de la Universidad y anima a los profesores a renovarse.
En 1919 las universidades recuperan cierta autonomía, pero con la llegada de la Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923), se acaba cualquier esperanza de cambio; es más, el papel del rector queda relegado al de mero policía encargado de impedir que los estudiantes se opongan al régimen. La dictadura también priva a la universidad durante algunos años del trabajo de Unamuno: desterrado a Fuerteventura, desde donde escapa a París, y que no volverá hasta 1930, tras la caida de Primo de Rivera. Esta actitud hacia la Universidad es un síntoma de la recuperación progresiva que estaba viviendo y de la importancia creciente que tenía para la ciudad. Para poder controlar Salamanca, la dictadura necesitaba controlar la universidad.
Respecto al alumnado, la universidad va recuperando paulatinamente alumnos y de los 819 con los que comenzó el siglo pasa a más de 2000 en los años veinte. A comienzos de este siglo la mujer se incorpora a la universidad: en 1908 la primera alumna de la Universidad de Salamanca es María de Maeztu, pero esta incorporación es lenta, de este modo, en 1932, en plena república y con las mujeres a punto de votar por primera vez, en la universidad solo hay ochenta y cuatro alumnas matriculadas.
Guerra Civil y dictadura
Al estallar la Guerra Civil, la actividad docente de la universidad se paralizó quedando relegada a la realización de cursos de idiomas y a la celebración de conferencias. La guerra causó la división entre los miembros de la comunidad universitaria; los partidarios del bando nacional lograron la preeminencia ayudados por la rápida victoria del Bando Nacional en Salamanca, y los no partidarios fueron depurados e incluso tres fueron fusilados. Al iniciarse la guerra, la universidad contaba con setenta y cinco profesores, de los cuales dieciocho fueron represaliados en algún grado. Debido a esto la actividad de los profesores de la Facultad de Derecho y de la Cátedra de Internacional Francisco de Vitoria buscó legitimar el Golpe de Estado mediante el Mensaje de la Universidad de Salamanca a las Academias y Universidades del Mundo.
Durante los años que duró la guerra, la universidad se ocupaba de organizar actos de apoyo a Franco como el día de la Raza, el 2 de mayo, la hermandad hispano-marroquí, el aniversario del Alzamiento, el día de Santo Tomás, la conmemoración de la muerte de Cervantes, de Calvo-Sotelo, de José Antonio Primo de Rivera... y no en realizar actividades docentes.
Con el fin de la Guerra Civil la universidad sufre una nueva reforma en 1943 con la Ley de Ordenación Universitaria, con la que el Rector (nombrado por el ministerio) pasa a ser nombrado por el Ministerio de Educación, en general de entre los catedráticos miembros de la Falange, siendo la máxima autoridad de la universidad, con un Claustro formado exclusivamente por catedráticos. A esta tutela del gobierno se unen las penalidades económicas generalizadas en todo el país y las depuraciones que la universidad había sufrido durante la guerra para estar sujeta a los intereses del nuevo gobierno y a la ideología del nacionalcatolicismo los principios del Movimiento.
A pesar de esta situación la Universidad va recuperando progresivamente el prestigio perdido, y ya en 1939 se crea la escuela de Filología Clásica. La situación mejora ostensiblemente durante los años en ostenta el Ministerio de Educación Ruiz-Giménez, que nombra rector a Antonio Tovar (1951-1956). Durante estos años se revindica la figura de un Unamuno, cuya memoria había sido condenada al ostracismo durante el franquismo, con la creación de la Casa Museo de Unamuno, y la institución muestra su prestigio en 1953 en la celebración del VII Centenario de la fundación de la Universidad de Salamanca, por las disposiciones de Alfonso X, con la asistencia de la práctica totalidad de los rectores de las Universidades más importantes del mundo.
Para preparar esta celebración la universidad recuperó edificios y tradiciones, así como el derecho a otorgar doctorados, facultad que había perdido en 1857. También en la ciudad se notó, pues hubo una actividad inusual de arreglo de espacios urbanos (entre otros la pavimentación actual de la Plaza Mayor).
En 1954 se recupera también parte de los fondos de la Biblioteca de la universidad y de algunos Colegios Mayores, expoliados por los franceses durante la Guerra de Independencia y llevados a la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, tras su recuperación en la batalla de Vitoria, reorganizándose también la Biblioteca General. También se crea la licenciatura de Lenguas modernas, con la inclusión de la primera cátedra de Vascuence del mundo.
Este resurgir viene animado también por un conjunto de notables profesores, como Ramos Loscertales, Galán, Arce, Zamora Vicente, Nogareda, Maluquer, Ruipérez, Artola, Granjel, García Blanco, Cuesta Dutari y muchos otros.
En la década de los 50, empieza a llegar a la Universidad un gran número de estudiantes hispanoamericanos, tanto de buenas familias, con dinero para pagar los estudios, como muchos puertorriqueños a los que los Estados Unidos becaba como compensación a su participación como soldados en la guerra de Corea (era más barato que los estudios en los Estados Unidos) y que fueron conocidos por los salmantinos como los Indios. También se notó la vuelta de alumnos europeos y de otros países, que empezó gracias a la creación, en 1963, de los cursos de verano para extranjeros, y siguió avanzando la plena integración de mujeres a las aulas. La universidad fue recuperando alumnos progresivamente llegando en 1965 a volver a superar los 6000 alumnos de cuatro siglos antes.
En 1970 una nueva reforma legal, la ley Ley Villar Palasí, permite a la universidad recuperar cierta autonomía en docencia e investigación, materializada con la aparición de nuevos estudios y facultades y tímidamente vuelven a participar los alumnos en el claustro universitario. Esto fomentó la expansión física de la universidad con nuevos edificios y la recuperación de otros y progresivamente el número de alumnos irá acrecentándose hasta llegar a superar los 10.000 en esta década.
Democracia
Con la Democracia llega la Ley de Reforma Universitaria (LRU) en 1983, vigente hasta la aprobación de la LOU en 2004, con esta ley se inicia una profunda reforma del mundo universitario español y por extensión de la Universidad de Salamanca. Con la LRU se inicia una etapa de autonomía y desarrollo para la universidad. El rector pasa a ser elegido democráticamente y dirige la universidad compartiendo el poder, como antaño, con un órgano colegiado: el claustro. Estas reformas llevaran en 1985 a la aprobación de los Estatutos de la Universidad de Salamanca.
Por otro lado, con las Autonomías políticas, Salamanca pierde Cáceres como parte de su distrito universitario.
Debido a la vinculación de la universidad con Iberóamerica, se le concedió el 30 de mayo de 1986 junto con la Universidad de Coimbra el Premio Principe de Asturias de Cooperación Iberoamericana.
Durante la década de los ochenta el presupuesto de la universidad se incrementó notablemente permitiendo la construcción del Campus Miguel de Unamuno y el aumento de las titulaciones impartidas por la universidad. esta tendencia continua en la actualidad con el proyecto de un nuevo Campus en Villamayor.
La democracia no alteró la evolución del alumnado de la universidad que continuó incrementándose hasta los noventa, momento desde el cual sufre cierto retroceso debido al descenso de natalidad. No obstante la universidad gracias a la recuperación del prestigio perdido vuelve a ser un foco de atracción de estudiantes ajenos a su distrito universitario (Salamanca, Ávila y Zamora) incluyendo estudiantes extranjeros.
Bibliografía Consultada
- ALVAREZ VILLAR, JUAN; La Universidad de Salamanca, Arte y Tradiciones. Universidad de Salamanca, Salamanca, 1973.
- RODRÍGUEZ SAN-PEDRO BEZARES, LUIS ENRIQUE Bosquejo Histórico de la Universidad de Salamanca. Ediciones Universidad de Salamanca. Salamanca, 2002.